¿Qué tienen en común un diseñador, un ingeniero, un responsable de planificación urbana y un empleado de banca? La respuesta es que su trabajo puede estar total o parcialmente asociado a la protección del medio ambiente.

La evolución hacia una economía más respetuosa con el medio ambiente y la creación de empleo verde son cosas que exigen inversiones significativas, que beneficiarán a las futuras generaciones de Europa. Las «ecoindustrias» ofrecen multitud de oportunidades a los jóvenes. La creación de nuevos empleos y perfiles profesionales no se limita a las ecoindustrias esenciales, como la energía, el tratamiento de aguas y de residuos o la calidad del aire.

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Prácticamente todos los sectores de actividad deberán transformar sus sistemas de producción para hacer un uso más inteligente de los recursos y las tecnologías. Desde 2000, el empleo en las ecoindustrias ha aumentado en un 20 % y ha supuesto la creación de más de 4,2 millones de puestos de trabajo. Se estima que si de aquí a 2030 la Unión Europea (UE) incrementase la productividad de los recursos en un 30 %, el PIB aumentaría en torno a un 1 % adicional y se crearían 2 millones de puestos de trabajo.

Para colmar el déficit de cualificación y capacitar adecuadamente a los trabajadores es necesario identificar las necesidades de las empresas, en rápida evolución, y proporcionar formación adaptada. El empleo verde no solo atañe a las actividades de alta tecnología. Desde luego, Europa necesitará científicos, investigadores e ingenieros para desarrollar tecnologías revolucionarias, pero estas innovaciones deben tener una aplicación práctica en «el mundo real», en los distintos sectores. Un arquitecto puede diseñar la casa ecológica perfecta, pero los que después la construirán serán carpinteros, electricistas y fontaneros, que deben recibir la formación necesaria para hacer un uso adecuado de las últimas tecnologías y aplicaciones ecológicas.

Los Estados miembros se ponen en marcha

Algunos Estados miembros han puesto ya en marcha iniciativas para capacitar a su fuerza de trabajo.

En Estonia, la empresa pública de energía Eesti Energia se ha propuesto formar a sus trabajadores en materia de energía eólica e hidroeléctrica y auditoría energética, como medida para recortar sus emisiones de gases de efecto invernadero y avanzar hacia un modelo de producción de energía más respetuoso con el medio ambiente.

En Reino Unido, British Gas ha abierto sus primeros centros de capacitación ecológica en Gales; en ellos se imparte formación práctica en sistemas eficientes y de energía renovable a más de 1 300 personas cada año. Future Skills Scotland analiza las tendencias del mercado laboral; distintos centros de enseñanza superior están incorporando cambios en sus currículos para adaptarlos a la economía verde.

Además de los sectores indirectos —como el ecoturismo— también se beneficiará la agricultura ecológica y las empresas proveedoras de las ecoindustrias.

La UE ha puesto en marcha varios instrumentos de financiación para que los Estados miembros y los agentes sociales y económicos puedan invertir en capacitación: los Fondos Estructurales y de Inversión Europeos —concretamente el Fondo Social Europeo—, el programa de educación y formación de la UE Erasmus+ y Horizonte 2020, dedicado a la investigación y la innovación. La Comisión trabaja además en una iniciativa sobre nuevas competencias para abordar la previsión y anticipación de necesidades de formación.

Fuente. http://ec.europa.eu/