Investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) han demostrado que los ruidos antrópicos -generados por actividad humana- alteran los comportamientos de especies y comprometen la conservación de las más amenazadas.

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Fuente: Fundación Biodiversidad

El estudio, publicado en la revista ‘Scientific Reports’, ha sido desarrollado por Lorena OrtizIsabel Barja (UAM), con la colaboración de Carlos Iglesias-Merchán (UPM), según un comunicado facilitado por la primera universidad.

El análisis de ruidos antrópicos, como las voces humanas o los generados por el tráfico, muestra que éstos pueden modificar algunas conductas en el visón europeo -la especie concreta utilizada para este trabajo- en mayor medida que otras amenazas del medio, como el riesgo de depredación o la competencia entre individuos.

Método

Los investigadores evaluaron durante 30 días la conducta de 24 visones europeos, de diferente sexo y edad, introducidos en recintos individuales y sometidos a señales visuales -espejos para simular la presencia de congéneres-, olfativas -heces de depredadores- y acústicas -perturbaciones antrópicas-, examinando el tiempo que cada ejemplar permanecía oculto en su madriguera y el que invertía en vigilar su entorno, en función de los estímulos.

Resultados

Según sus observaciones, los ruidos antrópicos y la presencia de un congénere aumentan cada uno el tiempo de ocultación y disminuyen el tiempo de vigilancia, mientras que el olor de depredadores aumenta ambos factores.

Sin embargo, a la hora de presentar dos señales juntas, la presencia de un congénere prima sobre la respuesta ante el olor de un depredador y, cuando hay ruidos antrópicos junto a la señal de un congénere, prevalece la respuesta de la especie a los ruidos.

Existen también variaciones en función del sexo y la edad, siendo las hembras las que más tiempo permanecen escondidas en presencia de un congénere, mientras que los ejemplares que no han alcanzado el estado completo de madurez permanecen más tiempo en sus madrigueras durante todos los estímulos, especialmente durante las señales acústicas.

Ortiz ha destacado la importancia de tener en cuenta estos resultados “en los planes de gestión de la especie, restringiendo actividades como el turismo de naturaleza o actividades deportivas”, mientras Barja ha añadido que este tipo de gestión debe hacerse prioritariamente “en épocas críticas para la especie como la reproducción y la crianza”.

Iglesias-Merchán ha concluido advirtiendo sobre la importancia de no descuidar tampoco el impacto de las carreteras en el desarrollo de esta o de otras especies, porque en caso de habituarse a su existencia “podría incrementarse la tasa de mortalidad por atropellos”.

Fuente: EFE Verde