Valencia dispondrá este verano del primer arrecife subacuático artificial de España, ubicado a pocos metros de su costa y que, además de favorecer la regeneración de las playas y preservar la biodiversidad del fondo marino, busca atraer a aficionados del ecoturismo y de la práctica del buceo deportivo.

El proyecto «Arrecifes Valencia» arrancará con una primera fase en la que la que se sumergirán en la playa de La Malvarrosa tres estructuras artificiales de entre 20 y 24 toneladas de hormigón que recrean los aros olímpicos, la cubierta del edificio oceanográfico y ánforas semienterradas.

El reto, según explica a Efe la directora del proyecto y técnico de la Fundación Deportiva Municipal (FDM), Natividad Domingo, es llegar a crear un circuito de turismo subacuático con nuevos arrecifes de diferentes diseños, dificultades y profundidades como un «parque acuático» que pueda extenderse por la costa de Valencia.

Esta primera «pecera natural» será una realidad en breve cuando las tres plataformas diseñadas -dos de 6×3 metros y otra de 4×4-, que actualmente permanecen fondeadas en el puerto de Valencia, sean reflotadas en una compleja operación y trasladadas a su ubicación definitiva a unos 180 metros de la costa y a apenas cuatro metros de profundidad.

«Queremos que la gente que esté en la playa, buceando con tubo o a pulmón pueda acercarse a conocer este paisaje subacuático», apunta Domingo, quien explica que la iniciativa surgió hace dos años como un proyecto científico para «estabilizar y proteger las playas y frenar su degradación». Señala que las estructuras de hormigón tendrán diferentes acabados -áridos, lisos y rasgados- y se integrarán con la fauna y flora para ayudar a revitalizar el entorno y crear hábitats «agradables» para la implantación de un ecosistema marino.

«Haremos revisiones y seguimientos periódicos para conocer cómo se comporta la flora y la fauna en esos módulos», señala Domingo, que está convencida de que se podrán acreditar científicamente los beneficios del proyecto en protección costera y se podrá extender a otras playas para evitar su desaparición y mejorar el ecosistema.

En el proyecto ha colaborado el catedrático del Instituto de Ciencia y Tecnología del Hormigón de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV), Pedro Serna, para quien es clave el carácter «no invasivo» del hormigón y su capacidad «de simbiosis» con el medio, ya que es «lo más parecido a la piedra del fondo del mar que puede encontrar un pez o una planta, pero artificial».

Señala a Efe que, a la par, permite «trabajar con las formas, las rugosidades, los aspectos y las perforaciones y adaptarlos a cualquier situación», lo que ofrece ventajas a nivel medioambiental y deportivo, para «orientarse y superar retos buceando».

También ha intervenido el investigador de la Unidad de Ingeniería Marítima de la UPV José Serra, para quien el proyecto permitirá comprobar la influencia del arrecife sobre las playas y formar «un modelo de protección» que, de tener éxito, se puede trasladar a las playas de Pinedo, El Saler y la Devesa, para frenar su regresión.

En declaraciones a Efe se muestra convencido de que tendrá un «efecto de abrigo» porque los módulos «romperán el oleaje, que llegará con menos energía a la playa, por lo que habrá menos posibilidad de mover la arena».

Una de las biólogas colaboradora de esta iniciativa, Inmaculada Duro, ha valorado a Efe el impacto biológico de estos módulos subacuáticos porque permitirán «la repoblación de la flora y la fauna autóctona y, al dar facilidades para que crezcan, se mejorará la calidad de las aguas y, por tanto, de las playas».

Junto a esta vertiente científica y medioambiental, el proyecto pretender convertirse en un «nuevo vector turístico y deportivo», según Domingo, para atraer a Valencia a turistas internacionales que buscan zonas de buceo para sus destinos vacacionales.

Y de la misma forma, introducir a valencianos y turistas en el buceo, con unas instalaciones cerca de la playa donde descubrir la fauna y la flora autóctona y practicar un deporte que en España tiene 40.000 federados, de los que el 10 por ciento está en la Comunitat.

Fuente: EFE