Hace unos días estuve en el Parque Nacional de Cabañeros asistiendo al precioso espectáculo de la berrea. Por cierto, si todavía no habéis visitado este precioso enclave entre Toledo y Ciudad Real, os recomiendo que os hagáis una escapadita para recorrer sus caminos y admirar sus paisajes que le dan el exótico apodo de «El Serengueti Español».

Para satisfacer mi curiosidad investigué un poco en las características e historia de este parque, que debe su nombre a las chozas utilizadas tradicionalmente por pastores y carboneros como refugio temporal de sus labores en el campo. Estas cabañas de forma cónica se techaban utilizando vegetación del entorno y eran usadas por los pobladores de los Montes de Toledo.

La historia de este espacio es muy antigua, y conociéndola entendemos mejor el porqué de su estado de conservación.  Por ejemplo, un hito importante fue la desamortización de Madoz  de 1855, que hizo que la mayor parte de su extensión pasara a manos privadas manteniéndose así la zona dedicada casi exclusivamente a la agricultura y la caza. El bajo rendimiento económico que se demandó de esta zona es lo que explica el actual estado de conservación del Parque.

Atardecer en Cabañeros. Foto: B.Fernández

Mucho tiempo después, en 1982 se planteó el proyecto de convertirlo en campo de tiro para el ejército, pero gracias a la participación ciudadana y tras una lucha de cinco años en la que participaron colectivos ecologistas, pacifistas, vecinos y grupos políticos en 1988 el gobierno declaró este territorio Parque Natural y Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA). Seis años después, el 20 de noviembre de 1995, fue finalmente declarado Parque Nacional, ampliándose posteriormente su superficie en 2005 mediante la anexión de terrenos colindantes .

El Parque Nacional de Cabañeros convive con una serie de actividades compatibles donde siguen imperando las técnicas tradicionales, como  la agricultura extensiva o la extracción del corcho. Otra de las actividades más populares de la zona es la caza, especialmente la caza mayor, Cabañeros está rodeado de cotos privados de enorme extensión donde se organizan monterías en esta época del año.  Fue recorriendo una de estas zonas cuando encontré el cartel de una denominación que no había visto hasta ese momento. Rezaba Wildlife Estate – Coto Faunístico , y como me resultó desconocida me puse a investigar sobre el significado de esta «ecoetiqueta» para cotos de caza.

La denominación Wildlife Estates (WE) es un proyecto que desde 2003 se está llevando a cabo en toda Europa y que aquí hemos traducido como «Cotos Faunísticos», esta consideración tiene por objeto establecer una red de propiedades ejemplares, que se comprometen a establecer una metodología específica con  principios de buena gestión y de conservación de la fauna salvaje en toda Europa.

Este proyecto pretende otorgar un reconocimiento  a aquellos terrenos cinegéticos que llevan a cabo una gestión sostenible y ejemplar, basada en una caza responsable y unida a la conservación de otras especies presentes en el entorno, de la mano de una adecuada conservación del hábitat y los ecosistemas que lo modelan.

En España, según la web de los Wildlife Estates hay ya 55 fincas que tienen este reconocimiento a lo largo del panorama nacional renovando la clásica visión de los cotos de caza y de pesca como meros lugares para la actividad cinegética hacia prácticas de gestión sostenible que aumentan además el valor del territorio, consiguiendo que sean referentes en biodiversidad en muchos casos. Para los propietarios adscritos a esta denominación,  los Wildlife Estates les ayudan a implantar de nuevas estrategias en términos de biodiversidad y  Red Natura 2000; facilita la identificación y la comunicación sobre las actividades de los gestores de cotos faunísticos, y crea una nueva red promocionando actividades y técnicas innovadoras.

En mi opinión, esta iniciativa es muy positiva y ayuda a que tanto propietarios y usuarios de los cotos, como las personas que no somos en absoluto aficionadas a la caza entendamos la importancia de una adecuada gestión de la fauna salvaje y de la conservación de la biodiversidad para la puesta en valor del territorio, independientemente de que sea un espacio protegido o no.