Otro año más las estadísticas del turismo en España han ampliado su techo por enésimo año consecutivo, pero en el horizonte se vislumbra un agotamiento del modelo “sol y playa”, más que por la caída de la demanda porque se están empezando a vislumbrar y sopesar todas las externalidades negativas que supone el turismo masivo de bajo coste: todo ello se resume en la llamada “turistificación” y no deja de ser un compendio de impactos negativos que degradan los recursos naturales, culturales y humanos de un determinado entorno.

Contaminación de todo tipo, problemas de suministro y saneamiento, alquileres disparados, especulación, desórdenes públicos, empleos precarios, mala imagen pública entre otros son los síntomas de territorios que han enfermado cubiertos de hormigón. Al otro lado de la balanza se encuentra el 80% del territorio restante, esa denominada “España vacía” relatada por escritores como Delibes, Llamazares o más recientemente Sergio del Molino. La llegada tardía del éxodo rural en España lo acentuó y lo concentró en apenas 20 años a diferencia de otros países europeos.

El arraigo con el pueblo se conserva en las dos generaciones anteriores y esto nos conduce sin embargo a un mensaje esperanzador. Cuando en las ciudades se prodiga ya la figura del “trabajador pobre”, al cual se suma el desempleado perenne, de repente la urbe va resultando cada vez menos acogedora, incluso hostil.El pueblo se nos antoja como la vía de escape antagónica a un estilo de vida asfixiante y se nos presenta como la ventana a un estilo de vida más conciliador.

Discursos románticos aparte, si la despojamos de su duro caparazón y tomamos su dosis justa, la vida rural puede brindar el punto de inflexión que buscábamos y que cada vez anima a más familias. No es casualidad que el perfil de turista rural sean familias y grupos de amigos de más de 40 años. Ante un empleo “clásico” en decadencia, los aprovechamientos múltiples – tan prolijos en la era preindustrial – han vuelto para quedarse: por ejemplo gestionar una casa rural junto con una profesión freelance en teletrabajo, un pequeño obrador alimentario o explotación agropecuaria, proyectos creativos, etc. Cada unidad repobladora tendrá su propia combinación donde las claves serán la resiliencia y aprender a vivir con menos: en el 50,88% de los casos la casa rural es una ocupación adicional, estando gestionadas directamente por la persona promotora en un 73,45%.

Como hemos mencionado con anterioridad, la puesta en marcha de un alojamiento rural sostenible puede ser esa piedra angular sobre la que asentar nuestro proyecto de vida más saludable y ralentizado al convertirnos en dueños de nuestro tiempo, todo un regalo.

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El Instituto Superior de Medio Ambiente (ISM) cuenta con una nueva edición del Curso Online de Puesta en marcha de un alojamiento ecoturístico rural con la intención de planificar y dar forma tu propio proyecto. A lo largo de las 120 horas lectivas se facilitará al alumno la información y herramientas necesarias para poder elaborar el Plan de Negocio y las instrucciones para ponerlo en marcha consiguiendo los recursos materiales, humanos y financieros necesarios. La acción formativa tendrá una duración de aproximadamente 10 semanas, iniciándose este próximo 2 de noviembre de 2017. Ya está abierta la matrícula y las plazas son limitadas. ¿Quieres volver al medio rural con un proyecto empresarial a tu medida? ¿Has pensado cómo revitalizar tu pueblo? Este puede ser tu curso.