La historia que os traigo tiene dos protagonistas, Luis y Nacho. Luis Márquez tiene 44 años y es Director Comercial en una conocida Compañía de Logística. Fuera de su trabajo Luis trata de sacar tiempo para jugar al pádel, escuchar sus discos de jazz, leer los números de su suscripción al National Geographic y, sobre todo, dedica la mayor parte de su tiempo a su joven hijo Nacho, el otro protagonista de la historia.

Nacho tiene 18 años y dentro de un mes empieza a estudiar en la universidad. A Nacho le apasiona la música. Precisamente esta afición le va llevar este fin de semana a él, y a toda su pandilla, a un conocido festival de música de la costa levantina a disfrutar de todos sus grupos favoritos y, por qué no decirlo, a pegarse una loca juerga de juventud. El viernes por la mañana padre e hijo coinciden en el desayuno. Nacho, con el macuto ya preparado y esperando a que pasen a recogerle, aprovecha para escamotear algunas latas de conservas que llevarse al festival de música, mientras Luis, como padre que es, aprovecha para sermonear a su festivalero hijo con los clásicos «no bebas», «ten cuidado», «no hagas el loco», «toma precauciones», y demás blablabladeces. Tras silenciar a su padre con unos cuantos «sí papá, tu tranqui», Nacho se va con sus amigos al festivalito antes mencionado.

Luis esa mañana tiene la convención anual de su empresa, así que apura su café y acude presto a ponerse su mejor traje, pues en breves minutos pasará un taxi a recogerle para llevarle al centro de convenciones, como todos los años. Este año le han comentado que la convención iba a ser un tanto diferente.

– «La convención de este año va a ser un evento sostenible» – le comentó el mes pasado María, la Directora de Comunicación. – «Ah, ¿de qué va eso, de medio ambiente y esas cosillas, no?» – le contestó sin mucho interés a María.

– «Bueno, a decir verdad, es algo un poco más complicado. Ya lo verás» – respondió María – «este año hemos tenido en cuenta no solo temas medioambientales, sino que también hemos tenido en cuenta otros criterios de sostenibilidad económica y de inclusividad».

– «Pero bueno, es que no paráis ni un solo minuto de dar la vara con las «mamandurrias» esas» – bromeó irónicamente Luis – «todo el año dale que te pego con la responsabilidad social corporativa, ¿es que no pensáis parar ni en la convención anual?».

– «No te rías Luisito, somos una empresa responsable todo el año, y aprovechamos el evento no sólo para ser también responsables, sino para poder transmitiros a través del ejemplo la nueva actitud que queremos para nuestra Compañía» – zanjó el tema María – «Ya lo verás«.

Transporte colectivo en eventos. Imagen: IFEMA

Recordando estas palabras, Luis baja a la calle para subirse al taxi que todos los años le manda la empresa para llevarle a la convención y, cuál es su sorpresa que en vez de un taxi se encuentra con un microbus en la puerta de su casa esperándole. Dentro del vehículo le están esperando muchos de sus compañeros del equipo directivo de la empresa.Sorprendido, se sube al microbús y le dice en tono de broma a Felipe, el director financiero:

– «Ostras Felipe, ¿que pasa aquí?, ¿tan mal está la cosa este año que no hay dinero para taxis?».

– «Qué va, que va Luis» – le contesta Felipe – «Lo que pasa es que este año la convención es sostenible, y los de RSC han pensado que si vamos todos en un transporte colectivo, contaminamos menos que si cada uno cogemos un taxi. Además, por lo visto este microbús funciona con gas natural y así contaminamos menos y es mejor para no se qué de la huella de carbono del evento«.

– «Ya, ya, lo que pasa es que os quereis ahorrar un poco de pasta los de tu departamento, y utilizáis lo del evento sostenible para justificar vuestros recortes, …, ¡ni que fuerais del gobierno!…¡ja, ja, ja!» – bromeó Luis.

– «No te equivoque Luis, el presupuesto del evento es el mismo que el año pasado, y todo el dinero que ahorremos con medidas de este tipo, vamos a gastárnoslo en irnos el mes que viene a restaurar una residencia de acogida para personas sin hogar. Por cierto que lo de «irnos» es literal. Tú, yo y todos nos tendremos que poner el mono de trabajo y restaurar esa residencia, es la nueva actividad de Team-Building que recursos humanos y RSC han planificado para este año. Dicen que con ella no sólo hacemos equipo, sino que además hacemos algo útil para la sociedad y dejamos un legado positivo con nuestros eventos«.

– «Vaya!» – exclamó Luis – «he de reconocer que me dejas boquiabierto. Desde luego que la empresa se está tomando muy en serio esto de la Sostenibilidad». El bus llega al centro de Convenciones y Luis y el resto de compañeros se dirigen hacia la zona de Checkin para registrarse y recoger sus acreditaciones. Al dirigirse a la mesa que va de los apellidos de la L a la P, Luis se sorprende que la azafata rubia germánica metrochentera de años atrás, ha sido reemplazada por un azafato discapacitado que está sentado en una silla de ruedas y que, eso sí, realiza el mismo trabajo que el resto de sus compañeros no discapacitados con la misma eficacia pero con mayor predisposición y simpatía si cabe.

Más tarde, durante el almuerzo, María la Directora de Comunicación le comentará que para el evento de este año se ha optado por contratar a una agencia de azafatos «responsable», con el objeto de promover la igualdad social para los diferentes colectivos en riesgo de exclusión (personas con discapacidad, personas de diferentes etnias, mujeres maltratadas, parados mayores de 50 años, etc), aprovechando el evento no sólo para dar empleo a estas personas, sino también para hacer visible temas de igualdad social entre los asistentes. La convención se desarrolla en la misma sala de años atrás, un auditorio con capacidad para 1.200 personas.

La sala es la misma, pero Luis nota que con respecto al año pasado hay varias diferencias. Para empezar, el escenario que años atrás sorprendía a todos por su espectacularidad y por la gran cantidad de elementos de atrezzo y decorado que lo componían, ha sido reemplazado por volúmenes de lycra sobre los que se proyecta un ambiente con una técnica denominada mapping. Con esto, el organizador del evento no sólo ha disminuido en un 100% el consumo de materiales para escenografía, sino que además, ha conseguido la reutilización de la práctica totalidad de los materiales empleados para el evento. Continuaremos descubriendo con Luis los secretos de los eventos sostenibles en un próximo post…

Alberto Gómez colabora con el Instituto Superior del Medio Ambiente como docente de los cursos Gestión de Eventos Sostenibles con ISO 20121: 2012 y Sistemas de Gestión Medioambiental.