Los datos nos dicen que el número de seísmos se ha incrementado en los últimos años en España.  En el año 1980, fueron detectados por la red de vigilancia sísmica del IGN 338 seísmos, en el año 2013 fueron 9.961.  Aparentemente los datos son alarmantes aunque en su gran mayoría tienen una explicación tranquilizadora, siempre han existido seísmos, ahora la tecnología nos permite detectar más y localizarlos mejor.

Ilustración 1 Número de seísmos detectados en España desde 1978

No obstante, el hecho de que siempre hayan existido terremotos en España no nos debe impedir estudiar sus causas, evaluar  consecuencias y por qué no, anticiparnos a posibles eventos futuros.

En 2011 vivimos la llamada ‘Crisis de El Hierro’, con más de 400 seísmos el 21 de Agosto, acumulando unos 12.000 durante el año 2011, con  magnitudes de hasta 4.6 grados en la escala de Richter, teniendo como principales consecuencias la erupción volcánica submarina y desalojo de la localidad de La Restinga en varias ocasiones.

Ilustración 2 Imagen MODIS. Vertido volcánico en El Hierro (Nov. 2011)

El origen de los terremotos en El Hierro es claro, está asociado con el origen volcánico de la isla,  proceso que explica esa actividad y que a día de hoy aún continúa.

La mayor parte de los seísmos que son detectados sobre la península están asociados a procesos geológicos y se producen en la zona pirenaica, Galicia y  las costas andaluzas y levantinas. En el mar, las fuerzas combinadas de la placa euroasiática, la placa africana y la dorsal atlántica provocan también gran cantidad de movimientos sísmicos.

Ilustración 3 Actividad sísmica en España en 2010 (Imagen Herramienta SIS de Argongra)

No obstante, en otros emplazamientos de España y en el resto del mundo se producen todos los días seísmos difícilmente explicables por procesos geológicos naturales. Desde hace tiempo se sabe que ciertas actividades desarrolladas por el hombre en el subsuelo pueden provocar sismicidad inducida

Sismicidad inducida

Se define sismicidad inducidacomo la provocada por una actividad humana y se suele manifestar como un incremento en la actividad sísmica histórica en un ámbito concreto y durante un periodo de tiempo muy limitado. Las magnitudes de los terremotos asociados a actividades antrópicas suelen ser mínimas, en la mayor parte de los casos indetectables hace unos años por los instrumentos de medida disponibles.

También es importante resaltar que llevamos midiendo la sismicidad durante un tiempo irrelevante desde el punto de vista geológico es por ello que la ausencia de “actividad sísmica histórica (medida)” no excluye en absoluto causas naturales como origen de muchos de los seísmos que se producen en zonas históricamente estables.

Las causas de la sismicidad inducida pueden ser diversas aunque generalmente suelen estar asociadas a inyección o extracción de elementos del subsuelo (minerales, agua o hidrocarburos), cambios de temperatura o llenado y vaciado de embalses.

Un ejemplo…

El día 12 de enero de 2003    ocurrió un terremoto de magnitud 4,3 con epicentro localizado en la población de Ricobayo (Zamora), sentido en las poblaciones del entorno de la presa de Ricobayo. A este terremoto le siguieron numerosas réplicas. La región en la que ocurrieron estos terremotos se caracteriza por ser de las más estables (sísmicamente) de la Península Ibérica.

Ilustración 4 Histórico de número de terremotos: Zona Embalse Ricobayo (Gráfico Herramienta SIS de Argongra)

Ilustración 5 localización terremotos (Mapa Herramienta SIS de Argongra)

Tras los primeros seísmos se llevó a cabo una campaña de microsismicidad desplegando en la zona una red sísmica portátil. Los estudios realizados condujeron a la consideración de que el caso de los terremotos ocurridos en las proximidades del embalse de Ricobayo podría ser un caso de sismicidad inducida en el entorno de una falla activa, por el aumento de la presión intersticial fruto del vaciado-llenado del embalse.  Tal y como muestra la ilustración 4, desde entonces muy pocos seísmos se han vuelto a producir en el entorno de la presa.

Otros muchos ejemplos muy discutidos y cuyo origen no fácilmente justificable recorren el territorio nacional.

Impactos de la sismicidad inducida

La mayor parte de los aspectos negativos de la sismicidad inducida están asociados con el impacto en la población cercana, en muy pocas ocasiones en forma de daños cuantificables pero sí en  forma de alerta social. Otros impactos como daños en instalaciones de superficie, hundimientos en minas o cavernas u otros daños no suponen hasta hoy un impacto o coste significativo en las operaciones que realizan.

Toda la experiencia hasta la fecha ha demostrado que el riesgo, aunque no es cero, ha sido mínimo lo cual no exime que deba ser estudiado y gestionado de una manera eficiente y responsable.

Gestión del riesgo

Comprender qué se entiende por «peligro» (probabilidad de ocurrencia de un evento) y «riesgo» (combinación del peligro y la vulnerabilidad del medio) en relación con la sismicidad inducida es fundamental. Esto permitirá valorar las distintas opciones que se pueden emplear para mitigar la posibilidad de sismicidad inducida o reducir los impactos potenciales que el desarrollo de estas actividades pudiera provocar.

El estudio exhaustivo de información disponible, la instalación de nuevos sensores de medida  son tareas imprescindibles que acompañadas de expertos en el sector deben llevar a definir estrategias que permitan mitigar el riesgo.

Nota de aplicación de Argongra

José Mª Cornejo colabora con el Instituto Superior del Medio Ambiente como docente de los cursos Especialista en Sistemas de Información Geográfica aplicado a la Gestión AmbientalSIG Aplicados a la Gestión Ambietnal con QGIS,  Teledetección Aplicada a Proyectos Ambientales con software libre QGISTeledetección Aplicada a Proyectos Ambientales (ArcGIS)