Cómo nos gusta el verano, por lo menos a mí. Lo asocio a las distintas etapas de mi vida, cuando era pequeña pasaba el mes de julio en la playa con mi familia y el mes de agosto con mis abuelos, que se encargaban de cuidarnos a mis hermanos y a mí porque mis padres tenían que trabajar. Unos años después, cuando el cole se terminó y comenzó mi andadura universitaria los meses de julio y agosto los disfrutaba de otra manera. Algunas escapadas y viajes con mis amigos y, afortunadamente en mi caso que no tenía que estudiar porque siempre he sido un poco “empollona”, recogiendo a esos mismos amigos de la biblioteca para tomar algo en las típicas terracitas veraniegas.

Cala Petita, Mallorca. Foto: M. Álvarez

Una vez acabada la carrera, mi preocupación pasó a ser otra. Acostumbrada a tener claro lo que iba a hacer en el mes de septiembre a la vuelta de las vacaciones, el verano que terminé la carrera fue para mí crucial. No sabía muy bien qué quería ni por dónde empezar. Siempre asusta cuando terminas una etapa y debes seguir avanzando sin saber muy bien qué es lo que te vas a encontrar, ni si las decisiones que tomas serán las correctas. Personalmente creo que los meses de julio y agosto siempre proporcionan tiempo para pensar y meditar sobre hacia dónde nos queremos dirigir, y en mi caso, en aquel momento me sirvieron para tomar la decisión de seguir estudiando y especializarme haciendo un Máster, pues no me encontraba lo suficientemente preparada como para enfrentarme al mercado laboral con la seguridad a la que estaba acostumbrada.

Ahora en estos últimos años afronto el verano como el principal y deseado momento de descanso y como la época idónea para hacer balance de los primeros seis meses del año, tanto a nivel personal como profesional. Creo que los meses estivales son ideales para desconectar de la rutina a la que estamos habituados. Todos lo hacemos, pero también es un buen momento para plantearse retos, fijar objetivos, reorientarse y decidir cómo se quiere terminar el año en todos los aspectos de la vida. A nivel personal, sólo hay que atreverse y lanzarse a por lo que uno quiere y, en el plano profesional, las opciones son muchas y variadas: especializarse como hice yo realizando un postgrado, continuar con la búsqueda o la mejora del empleo, aprovechar para organizar el tiempo de los últimos meses del año y poder realizar el curso que tanto necesito, etc. Por ello, os animo a que disfrutéis del verano y de las oportunidades que ofrece en todos los sentidos, yo seguro que lo haré ;)