Da igual que seas ambientólogo o biólogo, que hables sobre el agua o la custodia del territorio, de lobos o de razas autóctonas de bovino, si tu tema es el medio ambiente en el medio rural eres y siempre serás ecologista. Y como todo habitante del medio rural con más de 50 años sabe los ecologistas son unas personas que están en contra de todo y sólo les preocupa el polo norte y los animalitos (la culpa, por supuesto, es de Bambi).

¿De dónde sale esta idea?

Pues cronológicamente viene a ser algo así: durante el franquismo los ingenieros de montes hicieron y deshicieron a su antojo, posteriormente con el nacimiento del ecologismo aparecen en el medio rural unos “chavales con pintas” que le ponen pegas a cualquier cosa y que parecen rechazar todo aquello que da dinero (el primer ecologismo fue contestatario y bastante inmaduro ofreciendo pocas alternativas y dando pocas explicaciones), luego viene la cantinela de la agricultura ecológica pero también viene la PAC que se complica por aquellos de las buenas prácticas ambientales y por el camino me han cambiado una ley según la cual no puedo cortar un palo de avellano por “vete tu a saber” cuando eso se ha hecho aquí “toda la vida”. Conclusión: la culpa es de los ecologistas.

Vale, no es cierto que eso sea así, pero poco importa que lo sea. Lo importante es que esa es la percepción que se tiene de las cosas y el muro con el que nos vamos a encontrar a la hora de acercarnos al medio rural para tratar cuestiones ambientales.

Foto: Rubén García Colsa

¿Cómo superamos esto?

Pues hay varios consejos generales para aterrizar sin estrellarse.

  • Escucha atentamente: deja que la gente hable que se queje, toma nota de todo y verás que hay cosas que no sabes, aunque no te olvides de comprobar lo que te cuenten aunque te lo presenten como una verdad incuestionable.
  • Infórmate bien: independientemente de lo que sepas tendrás que aprender la versión local. En cada comarca las cosas tienen un nombre, pequeñas modificaciones que son motivo de orgullo y discusión. Revisa publicaciones locales aunque con sumo cuidado que es un mundo lleno de “antropólogos aficionados” que descubren arcas perdidas debajo de cada piedra.
  • Vete al bar: tomate algo tranquilo, si sois dos comenta las cosas como quien no quiere la cosa y hazte amigo de la persona que atiende en la barra (es el dueño de todos los secretos y la máquina de expandir rumores).
  • Haz local lo global: el problema del agua no existe, existe el problema del río que pasa por el pueblo; el problema de los transgénicos no existe, existe el problema de la cosecha de este año; el problema del cambio climático no existe, existe el hecho de que “en verano hace más calor y si no acuérdate tu del año pasado que mira como estaba el pantano de bajo que nunca lo había visto yo así…”.
  • Habla con las mujeres: no soy capaz de dar una explicación a esto pero mi experiencia me dice que si quieres saber los entresijos, si quieres cambiar hábitos las mujeres son la clave. Son más receptivas, se comunican más entre ellas, y toman una cantidad ingente de decisiones que nadie les discute.
  • Asume que hay gente con la que no podrás trabajar nunca: da igual lo que hagas hay gente que no va a dar su brazo a torcer hagas lo que hagas. Te discutirán todo y tú tienes que responderles no porque les vallas a convencer sino porque hay gente escuchando. La respuesta se la das a ellos pero en realidad estas hablando para todos, para contrarrestas su negatividad. Se paciente, se cansan enseguida y luego tu te quedas tan a gusto.
  • No aburras: que las reuniones nos sean largas y que no estén llenas de tecnicismos. Se claro, breve y deja la puerta abierta a ofrecer información a los más curiosos e inquietos.

¡Paciencia y ánimo!