Hace 20 años se firmaba en la Conferencia de Madrid, el Protocolo sobre Protección al Medio Ambiente, complemento del Tratado Antártico.
Designaba a la Antártida » reserva natural para la paz y la ciencia» y, establecía una moratoria de 50 años en su explotación minera, para preservarla así, para las generaciones futuras.
Los 26 miembros del Tratado Antártico buscaban proteger al continente helado, que alberga el 90% del agua dulce del planeta, tras el interés suscitado por la explotación de sus recursos minerales.
El Tratado Antártico, que cumplió en junio, 50 años de su entrada en vigor, regula la explotación racional de los recursos vivos marinos, la no nuclearización y militarización, la libertad de investigación y la defensa medioambiental.
Sus 48 signatarios y expertos internacionales, garantizan en las reuniones consultivas, que la Antártida se utilizará siempre con fines pacíficos, evitará las explosiones nucleares y despliegues militares y no será objeto de disputa internacional.
Por esta labor, el Comité Científico para la Investigación en la Antártida, recibió el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional
Pero la Antártida, donde España mantiene dos estaciones científicas y el buque «Hespérides», se enfrenta a un nuevo peligro, el turismo.

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