Hace un año expuse en un post mi opinión sobre uno de los factores clave para el éxito de una actividad profesional o empresarial: saber gestionar proyectos.

Posteriormente, en febrero de este año, traté de sintetizar en otro post algunos de los errores más frecuentes que se cometen en la dirección de proyectos. Dando continuidad a este último, hoy voy a repasar una serie de metodologías tragicómicas para la gestión de proyectos; las denomino así porque, dependiendo de en qué lado de la mesa nos encontremos en ese momento (y por lo tanto de cuál sea nuestro papel en ese proyecto) pueden causar una reacción hilarante o por el contrario desencadenar un auténtico drama.

Dada su naturaleza patológica para el desarrollo del proyecto, las voy a listar como enfermedades, describiendo sus síntomas. He aquí algunas de las más extendidas y graves, alguna de ellas incluso puede resultar mortal para el proyecto:

  • Síndrome del Folio en Blanco. ¿Quién no ha participado nunca en una reunión en la que alguno de los interlocutores acude únicamente con un folio en blanco y un bolígrafo? Si acudimos a una reunión sin haberla preparado antes, no se tomarán decisiones útiles ni se avanzará en el proyecto. Dado su carácter de plaga, prometo escribir un post sobre ello en otra ocasión.
  • Enfermedad de SEML (“si eso me llamas”). Consiste en aplazar una decisión en un momento en el que están todos los argumentos sobre la mesa y los interlocutores juntos, para un futurible momento en el que sin tener los argumentos frescos, la cuestión se resolverá en una conversación telefónica… por supuesto en fecha sin decidir.
  • Síndrome de LDUV. (“le damos una vuelta”). Se produce cuando un asunto se puede resolver en el acto, pero se decide generar una nueva visión del mismo sin motivo concreto, para posponer la decisión sin una razón real, más allá del pánico a tomar decisiones.
  • Alucinaciones LVV< (“lo vamos viendo”). Enfermedad variante de la anterior muy peligrosa, puesto que su agente patógeno se confunde a sí mismo con un antibiótico. Mientras él cree que está resolviendo en tiempo real todos los problemas del proyecto, lo que está ocurriendo en realidad es que lo pospone todo con la frase “lo vamos viendo”, impidiendo así el avance del trabajo.
  • Escondidiasis. Esta enfermedad ocurre cuando el verdadero cliente no participa en el proyecto ni acude a las reuniones y delega en un subalterno todas las funciones, excepto el visto bueno final del proyecto, el cual no será de su gusto puesto que no ha participado en su desarrollo. Su tardía detección suele provocar la muerte del paciente-proyecto.
  • Parálisis NSQ(“no sé lo que quiero”), cuando el promotor del proyecto en realidad no sabe lo que espera de él, y por tanto se trabaja sin un objetivo ni criterio definido. Suele afectar al subalterno que se ocupa de dirigir el proyecto en casos de “escondidiasis”, pero a menudo infecta a todos los miembros del equipo. Indefectiblemente impide finalizar el proyecto, entrando en el bucle LDUV+LVV, a la espera de que el proyecto muera por sí mismo.
  • Patología Last Minute. Se produce cuando se realiza todo el último día, sin reparar en las repercusiones que eso produce sobre el proyecto ni sobre la salud mental de sus participantes.

Obviamente existen numerosas combinaciones entre estas patologías, puesto que la bajada de defensas que provoca una infección hace que se abra la puerta a otras. Un caso típico es la adición de LVV + LDUV, de complejo tratamiento clínico.

En AmbiNor hemos aprendido mucho mediante la mejora continua a través del ensayo-error en más de 1.000 proyectos. Por eso, a través del Instituto Superior de Medio Ambiente, queremos compartir con vosotros ese aprendizaje. Para ello proponemos el Curso de Consultoría ambiental: Organización y gestión de actividades .