Durante millones de años, el linaje humano ha estado vinculado de forma estrecha con la naturaleza, y especialmente con las especies del reino vegetal, siendo por ello tan importante su influencia para nuestro bienestar. Y es que justamente ese apego con el verde, transmitido de generación en generación a través de nuestros genes, es lo que hace hoy que la sola presencia de un árbol o de plantas cerca del lugar en que vivimos nos provea de una mejor salud.

Un amplio cuerpo de evidencia respalda la existencia de una relación directa entre salud y cantidad de áreas verdes y árboles cerca

Sin embargo, desde que comenzamos a transformar nuestros hábitats naturales, primero con las aldeas -hace tan solo unos 8 ó 6 miles de años- y luego con el surgimiento de las ciudades, la humanidad ha perdido cada vez más ese contacto con su entorno natural, más aún durante el  último medio siglo, en que el desarrollo urbano se ha acelerado en todo el mundo, junto con esa empedernida obsesión de pavimentar cada rincón de nuestros entornos más cercanos.

En la actualidad, gran parte de las ciudades se encuentran fuertemente impermeabilizadas, borrándose día a día millones de metros cuadrados de tierra descubierta que impide que lo verde se abra paso y ofrezca todos sus beneficios, al mismo tiempo que aumentan las enfermedades físicas y mentales a una velocidad sin precedentes.

Un amplio cuerpo de evidencia respalda la existencia de una relación directa entre salud y cantidad de áreas verdes y árboles cerca del lugar de residencia. Sin embargo, los estudios sobre el bienestar residencial son escasos. En ese sentido, una reciente investigación alemana publicada en la revista científica Sustainability ha querido contribuir a cerrar esa brecha, demostrando que la falta de verde en el barrio produce una disminución de la satisfacción de vida y, con ello, un aumento en la disposición a mudarse de ese lugar.

Atracción por lo verde

Y es que el verdor del barrio no sólo produce belleza y aporte estético, sino también es una importante fuente de bienestar y felicidad entre las personas, aumentando con ello que las personas disfruten sus espacios públicos, caminen más por sus calles arboladas y parques, se conozcan entre ellos, y crezca el sentimiento de apego con el lugar. Todo lo contrario produce un barrio sin árboles ni áreas verdes.

La investigación liderada por la Dra. Stefanie Kley, Directora del Depto. de Ciencias Sociales de la Facultad de Ciencias Empresariales, Económicas y Sociales de la Universidad de Hamburgo, se centró en determinar una interrogante de la cual poca evidencia existe a la fecha ¿Cuánto verde se necesita para que ejerza sus influencias beneficiosas en los habitantes?

A partir de esta incógnita, se analizaron las posibles influencias de varios tipos de áreas verdes urbanas con la satisfacción de vida de las personas, como por ejemplo, tener una ventana con vista a los árboles u otra vegetación, tener acceso a diferentes categorías de áreas verdes en el barrio, como plazas o parques, o bien directamente en el hogar, por ejemplo, un balcón, un jardín, o un patio verde, entre otros; y con ello plantear algunas hipótesis relacionadas con que la percepción de una falta de verde en el entorno residencia se asocia con una menor satisfacción de vida, y con la consideración de mudarse a otro barrio.

Utilizando una base de datos de la población urbana de las ciudades de Hamburgo y Colonia, en Alemania, además del análisis de imágenes satelitales y una encuesta a casi 2.000 habitantes, los resultados de este estudio demostraron que son relevantes para la satisfacción de vida de las personas aquellas viviendas que permiten el acceso directo a áreas verdes o espacios al aire libre, mientras que experimentar una carencia en este sentido desencadena la disposición de las personas a reubicarse. De igual forma, el no tener una vista verde desde la ventana, balcón, patio o jardín se relacionó con una menor satisfacción de vida, teniendo en cuenta factores como la salud física y mental o las características familiares, y una menor satisfacción de vida desencadena la voluntad de mudarse. En efecto, aquellos vecinos con “privación de naturaleza” desde su residencia demostraron tener planes concretos de reubicarse a un nuevo barrio dentro de los próximos 12 meses.

Fuente: Ciudades Verdes