Me gustaría compartir con tod@s vosotr@s una reflexión y abrir un debate sobre sus implicaciones en el ejercicio de nuestra profesión.

La escasez de trabajo en el sector servicios, y en especial la delicada situación del sector de la ingeniería y consultoría medioambiental, conlleva una competencia cada vez más fuerte en el sector, y nos lleva por caminos inexplorados, al menos en tiempos recientes.

La Administración, consciente de esta circunstancia, al tiempo que apremiada por sus disminuidas partidas presupuestarias, está aprovechando la tesitura con el fin cortoplacista de reducir sus costes de hoy, sin pensar en los de mañana: los concursos del sector ambiental cada vez priorizan más la oferta económica en los criterios de valoración, en detrimento del resto de componentes de la oferta, como son la calidad del trabajo, el equipo técnico que lo desarrolle o las garantías del mismo.

Ejemplo de ello lo tenemos en AmbiNor: durante este año hemos quedado primeros por valoración de oferta técnica en varios concursos, siendo posteriormente relegados a puestos muy alejados de las posibilidades de adjudicación una vez valorada la baja económica.

La conclusión es obvia: ya no vale con ser el mejor, ahora hay que reinventarse.

¿Nos encontramos ante un nuevo paradigma? En un contexto de extrema dificultad sobrevivirán aquellas empresas que sean capaces de adaptarse mejor al mercado. Es decir, y ya que somos del gremio ambiental, es momento de empresas de estrategia R, oportunistas y pioneras, con capacidad de propagación. O lo que es lo mismo: a río revuelto, ganancia de emprendedores.

La pregunta clave es ¿qué es lo mejor? Será el mercado quien lo diga… dentro de unos años, claro –esa es la mala noticia, lo sabremos tarde-. Habrá quien opine que lo mejor es el menor precio, quien piense que lo mejor es prestar servicios con un umbral mínimo de calidad al menor precio posible, quien mantenga una política de calidad por encima de todo… y también habrá quien no piense. Estos últimos dejarán más pronto que tarde de estar aquí, pues sin una estrategia clara no hay horizonte posible a medio plazo.

Una cosa sí es clara: trabajar con la Administración ha pasado definitivamente, de ser una relación calidad/precio a ser una relación precio/calidad. Ahora que están de moda los modelos de relaciones win-win, se propone masivamente un lose—lose: un sistema de trabajo que esto nos costará dinero a todos los ciudadanos del país a medio y largo plazo. La explicación está en las matemáticas:

• El cociente calidad/precio al explotarlo en competencia da valores altos, pues los competidores tratan de aumentar calidad y bajar precio
• Por el contrario, el cociente precio/calidad tiende a dar valores cada vez menores, con tendencia a aproximarse a cero, pues se minora el numerador y se intenta hacer crecer el denominador (lo cual con el numerador en mínimos es imposible).

¿Hacia dónde nos lleva esto en un sector cuyos salarios nunca se han caracterizado por ser altos? ¿Tendremos que trabajar (todavía) más? ¿Podremos ser más eficientes? Esperemos que el contagio no sea masivo en el sector privado.