Estas directrices ofrecen un enfoque hacia la creación de un papel prominente y apropiado para la relevancia cultural y espiritual de la naturaleza dentro de la gobernanza y la gestión de las áreas protegidas y conservadas. Intentan superar algunas de las dificultades causadas por los objetivos contradictorios a la hora de comprometerse con la cultura en el contexto de la conservación de la naturaleza. Lo hacen reconociendo la diversidad global de visiones del mundo, sistemas de gobernanza, religiones y lenguas que conforman las diferentes formas de entender la naturaleza.
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