Un trabajo recientemente publicado en Animal Behaviour ha confirmado cómo las nutrias, Lutra lutra, modifican sus hábitos en función de las características ambientales en las que viven, sí, pero también según la presencia del ser humano en su entorno. El trabajo, desarrollado durante 2 años en una docena de ríos de Asturias, León y Madrid, es una prueba más de que la actividad humana ha pasado a ser un factor fundamental en los cambios en el comportamiento de la fauna.

Durante la temporada de pesca, las nutrias mostraron menos actividad durante el día volviendo sus hábitos más nocturnos

Para esta investigación, liderada por el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) en colaboración universidades y entidades nacionales e internacionales, el equipo seleccionó una docena de ríos en los que han acumulado un total de 6.935 de grabaciones con cámaras de fototrampeo, lo que les han permitido analizar las más de mil grabaciones de nutrias. “La presión humana se refleja en el hábitat de las nutrias a través de las infraestructuras que rodean los ríos donde viven, la agricultura y la pesca. Nuestras grabaciones nos han permitido comprobar cómo la presencia de personas durante la temporada de pesca provoca que las nutrias se vuelvan más nocturnas”, explica el investigador del MNCN Vincenzo Penteriani.

Han trabajado durante dos años en ríos de Asturias, León y Madrid en los que han registrado un total de 1052 grabaciones de nutrias

Dado que el equipo trabajó en ríos de León, Asturias y Madrid, de cara a que la comparativa de los datos recabados tuviera mayor coherencia se seleccionaron tramos intermedios de los ríos, ni del nacimiento ni de la desembocadura, en altitudes de entre 200 y 1000 metros en el caso de Asturias y León y de 600 y 1200 m de altitud en el caso de Madrid “Lo que también hemos comprobado que los momentos más activos de estos animales se producen durante la puesta y la salida del sol y que, en los ríos más anchos y con mayor cantidad de vegetación, se vuelven más confiadas reduciendo su actividad nocturna respecto a las zonas con menor vegetación”, aclara Penteriani. “Posiblemente, el refugio que les proporciona la cobertura vegetal, sea el motivo de estas diferencias”, continúa el investigador.

Los hábitos nocturnos de estos depredadores de costumbres semi acuáticos ya se conocían por estudios desarrollados con la misma especie en Portugal y son también comunes a las nutrias americanas, Lontra canadensis. “Lo que hemos visto ahora es que, en un mundo donde las viviendas e infraestructuras así como las actividades recreativas del ser humano invaden cada vez más las áreas naturales lo que obliga a la fauna a modificar su conducta, lo que no sabemos es cómo pueden afectar estos cambios a nivel de dieta, uso del espacio, éxito reproductivo y, en definitiva, en la conservación de esta especie”, concluye Penteriani.

En esta investigación han participado investigadores del Instituto Mixto de Investigación de la Biodiversidad (IMIB) perteneciente al CSIC y la universidad de Oviedo, las universidades de Granada, Autónoma de Madrid, Tecnológica de Puebla (México) o la Universidad La Sapienza de Roma, entre otras instituciones públicas y privadas que han colaborado en el desarrollo del estudio.

Fuente: MNCN