La salinización es uno de los problemas mundiales más importantes para la producción agrícola, la seguridad alimentaria y la sostenibilidad, especialmente en las regiones áridas y semiáridas.

Otra consecuencia de la pérdida de suelo es la liberación de dióxido de carbono del suelo que causa la erosión

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) alerta de que la erosión del suelo provocará en 2050 una reducción del 10% del potencial de la producción agrícola total anual, que supondrá una subida del precio de los alimentos.

Salinización

Además estima que anualmente se produce una pérdida de suelo por erosión en tierras arables de entre 20.000 y 30.000 millones de toneladas por efecto del agua, de 5.000 millones por culpa del laboreo y de 2.000 millones por la acción del viento en tierra arable.

“La salinización es uno de los problemas mundiales más importantes para la producción agrícola, la seguridad alimentaria y la sostenibilidad, especialmente en las regiones áridas y semiáridas”.

Pérdida de suelo por liberación de dióxido de carbono

Otra consecuencia de la pérdida de suelo es la liberación de dióxido de carbono del suelo que causa la erosión, pues 1,4 billones de toneladas de carbono orgánico están almacenadas en el primer metro de suelo y alrededor de 2,5 billones de toneladas a dos metros de profundidad. La pérdida de almacenamiento del carbono orgánico del suelo desde 1850 estima que es alrededor de 66.000 millones de toneladas, debido a su cambio de uso.

Pérdida de suelo en España

De acuerdo a los datos del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) relativos a 2017 afirma que la pérdida de suelo en España debido a la erosión es, en promedio, de 14,2 toneladas por hectárea y año cuyo proceso de erosión se produce principalmente en suelo agrícola, en el que más de un 50 por ciento del terreno «está clasificado con un riesgo medio-alto de erosión.

Para evitar la pérdida de suelo hay que adoptar técnicas como la reducción y minimización de labores (de arado y labranza), la rotación de cultivos, el uso racional de fertilizantes químicos, la utilización de los restos vegetales de las cosechas como medio natural de protección y fertilización de los suelos, el compostaje, consiguiendo así aumentar sus niveles de materia orgánica, mejorando su estructura de los mismos y manteniendo la productividad de los cultivos.

Fuente: Ecoavant