El programa de introducción de esta ave en vías de extinción lleva 10 años en marcha.

quebrantahuesos

Fuente: FCQ

Un pequeño quebrantahuesos (Gypaetus barbatus) de tan solo cinco días vive en una de las oquedades del macizo asturiano del Parque Nacional de Los Picos de Europa y se alimenta de restos de hueso que no pesan más de ocho gramos. Es el primero que nace en 70 años en la Cordillera Cantábrica. “Es claramente un éxito, pero hay que tener mucho cuidado porque puede pasar de todo. Ver entrar a los adultos con comida en la cueva es una buena señal, nos demuestra que están cuidando del pequeño”, explica Borja Palacios, biólogo del Parque Nacional, que asegura que el próximo reto es el seguimiento de la evolución de este pájaro recién nacido.

Este acontecimiento es el resultado de un programa de reintroducción de la especie en vías de extinción en ese territorio que empezó en 2010. El Gobierno de Asturias participa en este proyecto de conservación junto con otras administraciones autonómicas, el Ejecutivo central y la Fundación para la Conservación del Quebrantahuesos (FCQ).

Ya son 24 los ejemplares de este pájaro de dos metros de envergadura que se han introducido desde los Pirineos y nunca antes había ocurrido algo parecido porque no es tan sencillo. Los pájaros llegan con tan solo un mes, viven en grandes jaulas hasta el verano, cuando son capaces de volar, y a partir de ese momento, toca esperar. “Hay que entender que este pájaro es muy longevo [vive unos 30 años] y alcanza su capacidad de reproducción entre los 6 y 10 años. Además cada pareja saca un solo pollo al año. Por eso es muy difícil aumentar la población de esta especie”, confirma Juan José Sanz, ornitólogo del Museo de Ciencias Naturales del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

Deva, la madre, es uno de los primeros ejemplares que se introdujeron en el Parque Nacional y que al alcanzar por fin su edad de reproducción se emparejó con Casanova, un quebrantahuesos silvestre de unos 13 años que llegaba de los Pirineos. Los dos pájaros llevan siendo pareja unos cuatro años mínimo, porque, según palabras de Palacios, estas aves son fieles hasta que uno de los dos se muera y entonces el otro sale a buscar a un nuevo compañero. Esta pareja intentó previamente, en 2017 y 2018, tener a una cría. La incubación fue exitosa, pero ahí se acabó la cosa. “La pareja abandonó el nido”, comenta el biólogo. “Y en 2019 no tenemos registro de ninguna actividad”, asegura.

En otoño del 2020 llegó el paso importante para el proyecto que había comenzado desde hacía ya 10 años. El personal de la guardería del Parque Nacional y de la FCQ observó comportamientos pre-reproductores y en enero, el equipo constató que la pareja se había instalado definitivamente en la cueva y empezaba a incubar por relevos en el interior del nido y eso durante 51 días.

Veneno y cadena trófica

Las altas montañas de los Pirineos concentran el 85% de la población silvestre de toda Europa de esta especie crucial para la biodiversidad. Este carnívoro se encuentra en el escalón más alto de la cadena alimentaria. “El quebrantahuesos completa un nicho vacío por ser una especie osteófaga. Es la única que se come los huesos, que se come lo que dejan los otros. Es la que cierra el ciclo, la que completa el proceso”, explica Palacios.

Pero su extinción está a la vuelta de la esquina. Antes estos pájaros se movían por toda la península y ahora se concentran tan solo en la zona montañosa que hace frontera con Francia. Además de tener una población escasa y dificultades para reproducirse, esta ave está amenazada por el ser humano. La principal causa de su muerte es el envenenamiento, y la segunda, el contacto con los tendidos eléctricos, enumeran los dos expertos.

El problema que resaltan los científicos es que la gente conoce todavía muy poco al quebrantahuesos porque viven en una área muy específica y su comportamiento tanto como su dieta, son curiosos y desconocidos. Pero Sanz tiene la esperanza de que pase como con el lince ibérico si se consigue ampliar su hábitat. “Si la gente oye más hablar de ellos y se acostumbre a su presencia y a su importancia, quizás lleguemos a más esfuerzos de conservación. Pero lo que ha ocurrido estos días ya es un gran éxito para la fauna española”, concluye.

Fuente: El País