El suelo es mucho más que la superficie que pisamos: es el cimiento de la vida en la Tierra. De él depende la supervivencia de los ecosistemas, la seguridad alimentaria y, en última instancia, nuestra propia existencia. Más del 95% de los alimentos que consumimos y 15 de los 18 elementos químicos esenciales para el crecimiento de las plantas provienen directamente de él. Sin embargo, solemos olvidarnos de su fragilidad y lo tratamos como un recurso inagotable.
Hoy sabemos que el suelo está en riesgo. La combinación del cambio climático y de prácticas humanas insostenibles está provocando su degradación acelerada. La erosión, la sobreexplotación y la gestión inadecuada no solo empobrecen su equilibrio natural, sino que también reducen la calidad nutricional de los alimentos, desaprovechan recursos hídricos y comprometen la biodiversidad que alberga.
Ante este desafío, el manejo sostenible del suelo se presenta como una solución imprescindible. Prácticas como la labranza mínima, la rotación de cultivos, la incorporación de materia orgánica o el uso de cultivos de cobertura permiten mantener su fertilidad, mejorar la infiltración del agua, reducir la contaminación y conservar la biodiversidad subterránea. Además, estos métodos contribuyen a la retención de carbono, ayudando activamente en la lucha contra el cambio climático.
En el Día Mundial del Suelo 2025, bajo el lema “Cuidar los suelos: medir, monitorear, gestionar”, se subraya la necesidad de contar con información precisa sobre este recurso vital. Solo así podremos tomar decisiones acertadas que garanticen un futuro sostenible y una alimentación segura para las generaciones venideras.
El Día Mundial del Suelo se celebra cada 5 de diciembre desde 2014, cuando la ONU lo instauró a propuesta de la FAO. La fecha no es casual: conmemora el nacimiento del Rey de Tailandia Bhumibol Adulyadej, fallecido en 2016, uno de los grandes impulsores de esta iniciativa. No obstante, los orígenes del evento se remontan a 2002, cuando la Unión Internacional de Ciencias del Suelo (IUSS) planteó por primera vez la necesidad de un día global para recordar que el suelo no es infinito, y que solo cuidándolo podremos garantizar el futuro de nuestro planeta.


