Endesa ha vuelto a ser seleccionada por la Oficina Española de Cambio Climático, del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, como representante del sector energético para la segunda fase de la Iniciativa Adapta. Esta iniciativa, que arrancó en 2013 y comienza ahora su segunda fase, tiene por objeto extender el desarrollo del Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático al sector privado, acercando la adaptación a la planificación estratégica empresarial. Para ello, se eligieron compañías representantes de cinco sectores clave de la economía española (energía, turismo, construcción, agricultura y transporte).

Central de Cala, Sevilla. Panoramio

Endesa fue elegida para desarrollar el estudio de vulnerabilidad al Cambio Climático en centrales hidráulicas de la cuenca del Guadalquivir a lo largo de este siglo. En concreto se eligieron tres centrales de distinto perfil:

  • Cala: Central de embalse de 12,8 MW de potencia situada a 25 kilómetros al norte de Sevilla en el río Rivera de Cala, próxima a la cabecera de cuenca y de régimen anual, cuya agua almacenada sirve en caso de necesidad como suministro de agua para la capital hispalense.
  • Tranco: Central de embalse de 39,8 MW de potencia en la provincia de Jaén en el alto Guadalquivir, en el parque natural de Cazorla, Segura y Las Villas. El agua almacenada se usa para el riego de cultivos situados aguas abajo del embalse.
  • Méngibar: Central fluyente en la provincia de Jaén al norte del municipio de Méngibar y de 4,2 MW de potencia. Su producción depende de la cantidad de caudal que lleve el río en cada momento.

El análisis de vulnerabilidad, mediante cuatro escenarios con distintas proyecciones climáticas de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) y la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio de la Junta de Andalucía, ha estudiado la afección que pueden llegar a sufrir las centrales como consecuencia de la evolución del clima en sus cuencas hidrográficas en un periodo que abarca hasta el año 2100. Las variables sobre las que se ha trabajado han sido las temperaturas, el volumen de precipitaciones y las olas de calor, así como previsión de heladas, que han permitido perfilar un mapa de riesgos de impactos climáticos, así como valorar la capacidad de adaptación de las centrales al nuevo escenario.

En esta segunda fase se estudiarán mediante una metodología de análisis coste-beneficio un total de cinco alternativas de medidas de adaptación de las centrales.

Fuente:  Diario Responsable