A pesar de que no ha sido con la contundencia que reclamaban especialistas y determinados países, por primera vez en la historia de las cumbres del clima hay una mención explícita al fin del carbón, el petróleo y el gas.

COP28/Christopher Pike. El presidente de la COP28, Sultan Jaber (centro), el representante de la ONU para el clima, Simon Stiell (cuarto de izaquierda a derecha), y otros participantes, de pie en el podio durante la clausura de la conferencia en Dubai. Fuente: ONU

Hay acuerdo en la COP28. La cumbre del clima de Dubái ha logrado cerrar este miércoles el texto definitivo tras toda una madrugada de negociaciones. A pesar de que no ha sido con un lenguaje tan directo como reclaman algunos países, especialistas y organizaciones, por primera vez en la historia de las cumbres del clima habrá una mención explícita para acabar con los combustibles fósiles, principales culpables del calentamiento global y el consecuente cambio climático.

De esta cumbre salen multitud de acuerdos sobre diversos temas, como financiación, mitigación o adaptación. Pero el más importante y que actúa como documento de conclusiones es el Balance Global, un texto que será el faro de la acción climática durante la próxima década.

Eran las 7 de la mañana en Dubái –plena madrugada en España– cuando se publicaba el segundo (y definitivo) acuerdo. La presidencia de la cumbre, en manos de Emiratos Árabes Unidos como organizadora, tenía el reto de mejorar un texto cuya primera versión generó un descontento generalizado. Finalmente, la segunda propuesta ha sido la ganadora. Tanto los petroestados a favor de seguir usando hidrocarburos como quienes pedían su final (la Unión Europea, entre otros) han llegado a un punto común de entendimiento.

No obstante, parece que durante el plenario de aprobación, donde en un principio nadie se opuso a la propuesta de texto, no estaban presenten todas las Partes. Anne Rasmussen, representante de Samoa que actuaba como negociadora principal de la Alianza de Pequeños Estados insulares (AOSIS), tomó la palabra para denunciar que el grupo no estaba presente en la sala cuando se pidieron objeciones antes de la votación. Sus quejas y comentarios únicamente quedarán registradas en el acta de la reunión.

El texto acordado por unanimidad no incluye de manera explícita la eliminación progresiva (phase-out) de los combustibles fósiles. Tampoco siquiera el otro concepto en disputa durante toda la cumbre (phase-down; reducción progresiva). Al final, en un intento de contentar a todas las partes, la presidencia ha recurrido a “transitioning away», un concepto nuevo hasta ahora en las negociaciones con el que se insta a una transición para alejarse del carbón, el petróleo y el gas.

La primera versión del texto –tachada de «insuficiente» e «inaceptable»– hacía referencia a «reducir» tanto el consumo como la producción de combustibles fósiles, “de manera justa, ordenada y equitativa, a fin de alcanzar el objetivo de cero emisiones netas antes de 2050 o en torno a esa fecha, de conformidad con los conocimientos científicos”.

Ahora, la nueva propuesta pide una transición hacia el abandono de los fósiles en los sistemas energéticos, de manera justa, ordenada y equitativa, «acelerando las medidas en esta década crítica». Es decir, además del cambio de «reducir» y transicionar hacia el fin de los fósiles, se reconoce la importancia de esta década para la acción climática.

Aun no siendo la redacción lo suficientemente dura como querrían algunos países, organizaciones y especialistas, de salir aprobado el texto, es la primera vez en tres décadas de cumbres climáticas que los países acuerdan en un texto el fin de los combustibles fósiles. Actualmente, el carbón, el petróleo y el gas presentan el 80% de la energía mundial y son responsables principales de que el planeta se haya calentado este año 1,46 °C respecto a la época preindustrial.

Otra de las diferencias respecto al primer borrador reside en el párrafo que sirve de introducción a las medidas dirigidas a los países. Si en el anterior se pedía a los implicados que «tomen medidas que podrían incluir» (ese «podrían» fue muy criticado por dejar a elección de cada uno qué acciones acometer), la nueva propuesta «insta» a las Partes a que «contribuyan» a los esfuerzos mundiales hacia la transición energética pero teniendo en cuenta las “diferentes circunstancias, trayectorias y enfoques nacionales». Además, como novedad se incluye una mención explícita al objetivo de 1,5 ºC y al Acuerdo de París.

Un aspecto llamativo de este texto introductorio es el verbo empleado en inglés: «calls on» (insta, pide, llama). En la jerga jurídica de este tipo de negociaciones significa más bien «invitación» o «petición», y supone el término más débil de todos los que se podrían usar en este tipo de peticiones. No obstante, la presidencia vio que era lo máximo a lo que podían aspirar ante el bloqueo continuo de países como Arabia Saudí.

«Recomendamos ser flexibles y antepusieron los intereses comunes a los propios», comentó al inicio del plenario final Sultan Al Jaber, presidente de la COP28, ministro de Emiratos y presidente de la petrolera estatal, un cargo por el que ha sido durante criticado el último año.

Las ocho medidas para combatir el cambio climático

El texto aprobado recoge ocho planes de acción en metería de energía para frenar el aumento de la temperatura media global. Dentro de las medidas planteadas, el texto sigue sin mencionar directamente al petróleo y al gas, dos de los combustibles fósiles que contribuyen al calentamiento global. En cuanto al carbón, se pide «acelerar los esfuerzos hacia la eliminación progresiva de la energía de carbón unabated«, es decir, aquel que cuente con medidas para reducir sus emisiones durante la quema. Se trata de una redacción distinta a la versión anterior, en la que se instaba a «reducir rápidamente el carbón unabated» y a «limitar la autorización de nuevas centrales de carbón unabated» (esto último ya no aparece).

También se pide «acelerar los esfuerzos a nivel mundial hacia sistemas energéticos de emisiones netas cero». Para ello, enumera una serie de acciones a implementar, entre ellas, las renovables, la energía nuclear y la producción de hidrógeno con bajas emisiones de carbono. Asimismo, se hace referencia a la captura y almacenamiento de carbono (tecnología aún sin probar a gran escala y muy costosa), aunque se le ha añadido una muletilla para dejar claro que solo sería para «los sectores de difícil reducción».

Uno de los puntos más importantes del acuerdo es la llamada a triplicar la capacidad mundial de energía renovable y duplicar la eficiencia energética para 2030. En esta línea, se pide «eliminar lo antes posible las subvenciones ineficientes a los combustibles fósiles que no abordan la pobreza energética o las transiciones justas», reducir las emisiones de metano (aunque sin aportar fechas y objetivos), y «acelerar la reducción de emisiones del transporte por carretera a través del desarrollo de infraestructuras y el rápido despliegue de vehículos de emisiones cero y bajas».

Para Javier Andaluz, de Ecologistas en Acción, este nuevo texto, si bien mejora lo que había hasta ahora, es «muy pobre» e «inadmisible».

El Balance Global propuesto apunta también que para limitar el calentamiento global a 1,5 °C «sin rebasamiento o con un rebasamiento limitado» se requieren «reducciones profundas, rápidas y sostenidas de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero del 43% para 2030 y del 60% para 2035 en relación con el nivel de 2019, y llegar a cero emisiones netas de dióxido de carbono para 2050″.

Más allá de las referencias a los fósiles, la nueva propuesta de Balance Global deja un importante cambio. A diferencia del anterior borrador, se ha eliminado la «invitación» para que el IPCC elabore para finales de 2026 un informe especial «con el fin de proporcionar una evaluación preliminar de los progresos realizados desde el primer balance mundial». El nuevo texto simplemente invita al panel de especialistas climáticos de la ONU a que «facilite información pertinente y oportuna para el próximo inventario mundial».

Fuente: Ágora