La importancia de las praderas marinas de fanerógamas o plantas con semilla para el secuestro y almacenamiento de carbono es un punto clave para los países costeros y de hecho en España la cantidad de CO2 retenido por estos ecosistemas asciende a 227 millones de toneladas.

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Así lo demuestra la ‘Evaluación nacional del carbono azul en España mediante inVEST: estado actual y perspectivas de futuro‘, publicado por la revista ‘Ecosystem Services‘ y elaborado por profesores e investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y la Universidad Rey Juan Carlos (URJC), que basan sus resultados en el modelo InVEST Blue Carbon.

Según los datos facilitados por estas entidades universitarias, se trata de la primera vez que se cartografía y cuantifica la cantidad de “carbono azul” -el retenido por estas especies marinas- a escala nacional, en un área de estudio de más de 758.000 kilómetros cuadrados dividida en cuatro demarcaciones: Atlántico Sur (2 %), Islas Canarias (64 %), Mar de Alborán (3 %)y Mar Mediterráneo Occidental (31 %).

La zona de costa del Atlántico Norte no ha sido considerada en este informe porque la mayor parte de fanerógamas marinas se encuentran en las desembocaduras de los ríos y no en áreas costeras o marinas.

Fanerógamas analizadas en el estudio

De las zonas descritas, “la más relevante” según ha explicado a Efe uno de los autores del trabajo, el investigador de la UAM Alberto González, es la demarcación del Mediterráneo debido a la gran cantidad de superficie de Posidonia oceánica que puede encontrarse en sus fondos.

La Posidonia es “la especie insignia en todos estos procesos de secuestro de carbono” puesto que su ecosistema “suministra una variedad de servicios enorme” y precisamente por ello “está en el punto de mira de las políticas de conservación”, ha indicado González.

Sin embargo, “el análisis muy pormenorizado que hemos hecho de la regulación climática a través del secuestro de carbono” de esta planta submarina confirma que “el estado de conservación de esta especie no es tan bueno como debiera” ya que a menudo comparte su área de expansión con actividades humanas que la perjudican.

Además de la Posidonia oceánica, los científicos han estudiado la presencia y actividad de otras cuatro especies: Cymodocea nodosa, Zostera noltii, Zostera marina y Halophila decipiens, que se enfrentan a desafíos parecidos.

El estudio recopila también datos relacionados con la Red Natura 2000 y, así, en sus conclusiones se puede leer cómo “el 82% del carbono azul costero en fanerógamas marinas se encuentra en este espacio” por lo que “urge” aplicar allí estrategias de protección y mejora.

Opciones de futuro para las praderas marinas

De hecho, fija tres posibles escenarios para los próximos años: “Business-as-usual future” -el futuro sin cambios-, “Sustainable future” -un futuro sostenible- y “Non-sustainable future” -un futuro no sostenible-.

El más probable de ellos, de acuerdo con los datos recopilados hasta el momento, es el primero -sin cambios- que implica una pérdida del 24 % del carbono azul almacenado en estos ecosistemas de aquí a 2050.

González cree que “no parece que nos dirijamos a un escenario menos sostenible, debido a la tendencia ambiental de las políticas europeas en la actualidad, pero tampoco está claro que nos estemos dirigiendo a un escenario más sostenible, porque requiere una serie de intervenciones que no se están acometiendo como deberían”.

Importancia de los ecosistemas marinos

En todo caso, ha advertido de que “es imposible abordar medidas contra el cambio climático a través de estrategias de conservación de la naturaleza que no incluyan a los ecosistemas marinos”, en referencia no sólo a las praderas submarinas sino a otros hábitats más profundos del océano.

Finalmente, el investigador ha querido destacar el apoyo económico y logístico de los proyectos europeos Life Blue NaturaLife Intemares para completar la investigación, porque “trabajar en el mar es realmente caro” y “requiere de presupuestos desmesurados”.

Fuente: EFEverde