El 88% considera que el nivel de consumo contribuye a activar el cambio climático.

Los españoles anteponen la urgencia de reducir los efectos del cambio climático global al crecimiento económico. La ciudadanía manifiesta su profunda preocupación por la degradación del medio natural. El 80% considera que el cambio climático es un proceso provocado por la actividad humana, y el 88% estima que el nivel de consumo actual contribuye mucho o bastante a acelerar este fenómeno.

En paralelo, hay muchas evidencias de que determinados valores, pautas y comportamientos ambientales han arraigado los últimos años entre los españoles, aunque estos flojean a la hora de adoptar medidas para ahorrar energía. A lo que más se resisten los ciudadanos es a restringir el uso del vehículo particular para sus desplazamientos por motivo de ocio o turismo.

El 96% de los españoles avala que haya un acuerdo internacional contra el cambio climático, mientras que apenas un 3% opina que cada país debe establecer su propia estrategia.

El 57% apoya todas las medidas de acción climática, y un 33%, solo las que no afecten a la economía

Y pensando específicamente en la posición que debería adoptar España para reducir los efectos del calentamiento global, una clara mayoría (57%) está de acuerdo con que se deberían adoptar todas las medidas necesarias, incluso aunque reduzcan el crecimiento económico (un incremento de 17 puntos desde el 2008), mientras que un tercio (33%) aboga por apoyar solo la adopción de medidas que no le afecten significativamente.

Son conclusiones del estudio sobre Valores, actitudes y conducta medioambiental de los españoles , elaborado por la Fundación BBVA a partir de una encuesta a 4.500 personas con un trabajo de campo ejecutado por Ipsos entre julio y diciembre del 2021. Las respuestas permiten concluir que la cultura ambiental ha ido calando y asentándose en la sociedad española en amplios sectores.

Una situación grave pero sin caer en el pesimismo

La ciudadanía manifiesta una profunda preocupación por la degradación del medio ambiente; considera que la situación es grave y cree que existe un desajuste entre el reto que se debe afrontar y las medidas que, hasta la fecha, se han puesto en marcha para atajarlo.

Sin embargo, no cae en el pesimismo que podría llevar a la inacción. Una amplia mayoría –en torno al 55%– considera que el cambio climático es irreversible, pero otro alto porcentaje (39%) cree que todavía se está a tiempo de revertir el fenómeno.

La mayoría de la población (un 59%) muestra un conocimiento alto de las cuestiones medioambientales, y el 81% identifica correctamente la afirmación de que “la emisión de los gases de efecto invernadero es la principal causa del cambio climático”. No obstante, persiste cierta confusión sobre el vínculo entre cambio climático y capa de ozono­.

La percepción de que los problemas ambientales son graves obtiene una nota media de 8,6, un punto más que hace 15 años (en una escala de 1 a 10), mientras que los asuntos percibidos de forma más acuciantes son la contaminación del mar (9,1) y de los ríos (9), seguidos por el aumento de los residuos industriales, el cambio climático y los incendios forestales (8,9), mientras el agota­miento de los recursos natu­rales y la escasez de agua dulce (8,8) completan este cuadro de las grandes preocupa­ciones.

El estudio analiza también de qué manera se traducen estos valores medioambientales en las conductas individuales. En este sentido, llaman la atención algunas conclusiones: un 90% considera que el consumo de productos con muchos envoltorio contribuye mucho o bastante a acelerar el cambio climático, mientras que otros hábitos que inciden en esta crisis son el alto nivel de consumo de energía de las familias (85%), viajar en avión (80%) y la masificación turística (77%); y, en menor medida, viajar en automóvil (76%) o el consumo de carne (60%).

El cambio de valores se asienta

Los comportamientos respetuosos con el medio ambiente se han generalizado en los últimos años. La mayoría declara que consume siempre o frecuentemente productos de temporada (un 83%), evita el uso de bolsas de plástico al hacer la compra (81%), limita el consumo de agua (79%) y de electricidad (79%) y reduce el uso de la calefacción (74%) y del aire acondicionado (69%).

Las asignaturas pendientes en esta escala de valores tienen que ver con prácticas vinculadas a las energías y al uso de transportes menos contaminantes. Solo un 44% afirma haber instalado equipos para controlar el consumo de energía en el hogar, y es minoritaria la contratación de electricidad verde (24%) o la instalación de paneles solares (12%).

Las prácticas que causan más resistencias se centran en el transporte. El 69% de los encuestados se desplaza andando por las ciudad; pero son poco dados a las renuncias por razones ecológicas: solo el 30% está dispuesto a dejar de utilizar o limitar el uso de su coche particular en los desplazamientos por motivos de ocio o de turismo.

La mayoría de los españoles tiende a aceptar las medidas medioambientales basadas en mecanismos fiscales y de precios y está dispuesta a pagar un 5% más por ciertos servicios si es para proteger el medio ambiente.

Otros asuntos que se ven acuciantes son la contaminación del mar y los ríos, los residuos y los incendios

También consideran mayoritariamente que los gobiernos, los organismos internacionales, las empresas y la sociedad en general no hacen lo suficiente para luchar contra el cambio climático, y que solo la comunidad científica y las oenegés ecologistas están a la altura del reto. Para afrontar el desafío del cambio climático, que la mayoría percibe como un fenómeno más grave que el coronavirus, se reclaman grandes acuerdos internacionales e iniciativa por parte del Gobierno y de la Unión Europea.

Fuente: La Vanguardia