Según el último Observatorio mundial de los residuos electrónicos, elaborado por la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) de la ONU, en 2016 se generaron 435.000 toneladas de residuos procedentes de unos 4.500 millones de teléfonos móviles desechados.

Cuando hablamos de teléfonos móviles, no tenemos que centrarnos únicamente en los terminales en sí, sino que también debemos de englobar la gestión accesorios, como cargadores, teclados… y de las baterías que los alimentan.

Según la información disponible se puede reciclar hasta un 90% de los componentes de los teléfonos móviles, obteniéndose aproximadamente un 50% de plásticos, un 25% de metales y un 15% de fibra de vidrio. Además, dentro de la categoría de metales, pero en muy pequeña concentración se pueden extraer metales preciosos como cobre, platino u oro.

La correcta gestión de estos teléfonos móviles debe de ser iniciada por el ciudadano, que tiene la obligación de depositar estos residuos en un punto limpio o punto de recogida habilitado. A partir de ahí, serán los diferentes gestores autorizados los responsables de realizar una buena clasificación y desmontaje para buscar la mayor optimización en los procesos de valorización de cada uno de los componentes.

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