A estas alturas de la película, una gran parte de la población sabe que cuando se habla de sostenibilidad, se está hablando de variables económicas, sociales y medioambientales. Aunque aún hay quien se fija exclusivamente en lo ambiental, generando, desde mi punto de vista, un efecto boomerang. Las empresas pueden (y deben) ser rentables económicamente a la vez que van mejorando su comportamiento ambiental y respetando a las personas; tanto a su propio personal como al resto de individuos que componen la cadena de suministro. Proveedores y clientes.

Fuente: El Ojo Sostenible

Cuando una organización decide integrar la sostenibilidad en su modelo de gestión, uno de los análisis clave que debe pararse a realizar consiste en:

  • Identificar las entradas: materias primas y recursos que consume para la producción de su servicio y/o producto.
  • Identificar las salidas: residuos, emisiones, vertidos, ruidos y otros.
  • Identificar los procesos que tienen lugar dentro de la empresa para la generación de ese producto/servicio.

Por qué identificar las entradas

No son pocas las empresas que conozco, que están en funcionamiento, y que no son suficientemente conscientes de los recursos que consumen para generar su producto/servicio. Se limitan a ir pidiendo a sus proveedores a medida que van necesitando, van firmando albaranes, y en muchos casos, van pagando a final de mes.

Igualmente, en otro tipo de consumos, tienen simplemente domiciliados sus recibos de agua o luz y el tiempo va pasando sin realizar un seguimiento pormenorizado, hasta, de vez en cuando, pegarse algún que otro susto como un aumento excesivo del recibo de la luz como el que estamos experimentando en este momento.

La costumbre y la automatización de los trabajos influyen en no pararse a revisar cómo podríamos reducir nuestros gastos, nuestros consumos o mejorar el binomio calidad – precio de nuestras materias primas. Agujeros negros.

Uno de los primeros pasos que deberíamos dar es tener un inventario de las materias primas y recursos que consumimos, cantidades, frecuencias de pedido, duración de cada pedido, etc.

¿Cómo plantearse poner en marcha un plan de eficiencia energética en nuestra organización si ni siquiera conocemos nuestro consumo energético? ¿Cómo poner en marcha acciones para minimizar nuestro consumo de agua si tampoco tenemos hecho ese seguimiento pormenorizado?

Por otra parte, el control de los consumos debe realizarse. La norma ISO 9000, por ejemplo, de sistemas de calidad, cuenta con unos formatos de registro donde el personal firma cada vez que consume algún recurso, indicando cantidad que consume y fecha de consumo.

Por experiencia propia, diré que no es lo mismo cuando trabajas por cuenta ajena, a cuando trabajas por cuenta propia. Puede haber personal que vea con perspicacia la puesta en marcha de ese tipo de controles, pero si realiza un uso racional de los recursos, no hay miedo.

Si uno quiere contribuir, por ejemplo, a las metas recogidas en los ODS 6, 7, 12 o 13, este trabajo de identificar las entradas, es clave.

Por qué identificar las salidas

Son muchas las empresas que, por la propia normativa ambiental, habrán tenido que hacer determinados trámites como la comunicación ambiental, la autorización ambiental unificada, la autorización ambiental integrada, entre otros. Si es el caso, es seguro que tendrán identificados entradas, salidas y procesos pues es requisito que debe incluirse en sus memorias de proyecto y en sus resúmenes no técnicos.

Sin embargo, muchas pymes y otras organizaciones, de otras familias profesionales, no están obligadas por ley a contar con este tipo de autorizaciones.

En la era de la economía circular, ¿Cómo cerrar el círculo si ni siquiera tenemos identificadas las salidas?

Se deberá contar con una identificación de residuos. Recomendable además realizar una codificación mediante códigos LER y clasificar para poder almacenar y gestionar de forma adecuada. Con el conocimiento de esos códigos LER, nos podremos poner en contacto con empresas gestoras de residuos con quienes firmaremos un contrato de gestión pero también, ¿por qué no darle otra vida a esos residuos? Tenerlos identificados puede ayudarnos a entrar en otros circuitos a través de los que podemos obtener determinados beneficios. Por ejemplo, bolsas de residuos o proyectos de simbiosis industrial.

Igualmente, si queremos entrar en la tendencia que calcula la huella de carbono de un producto o un servicio, deberíamos conocer, de entrada, el tipo de emisiones que estamos generando y los focos de emisión. Dentro de nuestras instalaciones, o a través de nuestros vehículos, por ejemplo.

En el caso del agua, seguramente nuestra organización estará instalada en un lugar que cuente con una red de saneamiento a la que vertemos. En muchos casos, deberemos pagar un canon de vertidos. ¿Y si tenemos un volumen o una tipología de vertidos por el que podemos plantearnos poner en marcha algún sistema de obtención de energía que procede esos mismos vertidos? ¿O reutilizamos esa agua?

De nuevo, si una organización quiere contribuir a metas que están recogidas en los ODS 3, 6,7,11,13 o15, es fundamental tener identificadas las salidas.

Por qué identificar los procesos

Una matriz de identificación de impactos surge de cruzar las acciones (o procesos) que tienen lugar dentro de una organización – en su fase de construcción, de funcionamiento y/o desmantelación – con los diferentes compartimentos; suelo, agua, atmósfera, flora, fauna, paisaje, medio social, medio económico resumidamente. Donde hay interacción, hay impacto.

¿Cómo identificar los impactos de mi organización si no tengo claros los procesos que tienen lugar dentro de la misma?

¿Cómo mejorar esos procesos – por ejemplo, para contribuir al ODS 9 – si no los conozco?

Recomendaría distinguir aquí entre procesos operativos, estratégicos y complementarios.

Estas y otras cuestiones, son algunas de las que abordamos en el curso de “Diseño de planes de acción ODS para empresas”. Tanto en la teoría como a través de ejercicios con los que el alumnado se enfrenta. Celebramos la próxima edición en el período del 6 de octubre al 26 de noviembre. Toda la información en este enlace.

Paz Hernández Pacheco, autora de este post, es docente en el ISM del curso Diseño de planes de acción ODS para empresas