En vísperas del comienzo de la reunión del G20 en Alemania, Greenpeace ha publicado un estudio que demuestra que las fuentes renovables serán la forma más barata de generación de electricidad en todos los países del G-20, como muy tarde en el año 2030. De hecho, desde 2015, en casi la mitad de los países del G-20, la energía renovable ha generado electricidad a un precio igual o inferior al del carbón o las nucleares.

Cualquier país que siga invirtiendo en plantas de carbón y energía nuclear echará a perder su dinero en una tecnología que no será competitiva en los próximos años. El G-20 tiene la responsabilidad de enviar una señal clara al resto del mundo de que el salto a las energía limpia no es solo necesario para el clima, sino también para sus economías”, ha declarado Raquel Montón, responsable de la campaña de Energía de Greenpeace.

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Estas conclusiones se desgranan de un estudio titulado Comparativa de los costes de producción eléctrica renovable, nuclear y fósil en los países del G-20, que sido encargado por Greenpeace a la universidad finlandesa The Finnish Lappeenranta University of Technology. El trabajo calcula cómo serán los costes de generación de electricidad en todos los países del G-20 desde 2015 al 2030 y entre sus principales conclusiones destaca que desde 2015 los parques eólicos generan la electricidad más barata en gran parte de Europa, América del Sur, los EE. UU., China y Australia. Además, debido a los rápidos avances tecnológicos y la caída de los precios en muchos de estos países, en 2030 la energía solar será tan económica o incluso más que eólica.

Según Naciones Unidas en 2016 se invirtió en energías renovables el doble que en fuentes convencionales de energía. Alrededor del 55% de la capacidad eléctrica creada el año pasado procede de las energías renovables, una cifra récord, por lo que llama la atención que el presidente de EE.UU. Donald Trump, defienda el carbón y la energía nuclear.

En España el Gobierno de Rajoy apunta una planificación energética también en dirección contraria a los intereses ambientales y económicos, al rechazar las medidas relevantes para aumentar los objetivos renovables, y apoyar la prolongación de las centrales de carbón y las nucleares a pesar de su falta de rentabilidad económica y graves impactos medioambientales.

Fuente: Greenpeace