Tener electricidad en casa parece un servicio al alcance de todos. Pero no es así. Casi una cuarta parte de la humanidad, en su mayor parte en países en vías de desarrollo, carece de acceso a este bien, según el informe «World Energy Outlook » de la Agencia Internacional de la Energía (IEA).

En los países desarrollados, el acceso a la electricidad es más sencillo, pero no significa que sea suficiente. Una parte de la población sufre la denominada «pobreza energética». Este concepto, definido por primera vez en Gran Bretaña en 1988, se refiere a los consumidores que destinan más del 10% de sus ingresos a pagar las facturas de energía. Estas personas no son capaces de mantener su hogar a una temperatura adecuada (20º C en invierno y 25º C en verano) por un precio justo.

Cada país ha de adaptar esta definición según sus características y criterios y, a su vez, mantener un punto de vista común con los demás países sobre el problema.

El proyecto europeo European Fuel Poverty and Energy Efficiency (EPEE) estudia este fenómeno. Sus responsables calculan que unos 50 millones de europeos están en situación de pobreza energética. En España, la ONG Ecoserveis, participante en el proyecto EPEE, destaca los datos de la Encuesta de Condiciones de Vida 2007 del Instituto Nacional de Estadística: un 10% de la población española no puede mantener una temperatura adecuada en el hogar.

La pobreza energética implica varios impactos sociales, sanitarios y medioambientales. La calidad de vida de estos consumidores se resiente, a la vez que acumulan deudas por el sobreesfuerzo en el consumo energético y el cada vez más alto precio de la energía.

La pobreza energética está aumentando en Europa debido a la ola de frío y a la subida del precio de la energía. Foto: www.cardi.ie

Este fenómeno afecta un gran número de personas y familias. Sin embargo, los hogares más susceptibles  son aquellos que presentan bajos ingresos junto con un grado adicional de vulnerabilidad como, vejez, discapacidad y familias monoparentales. Además, aquellos hogares con menos ventajas tienen más posibilidades de padecer humedades debido a que disponen de sistemas de calefacción inadecuados y un pobre aislamiento. La baja calidad de estas viviendas aumenta la dificultad de mantener el hogar cálido. La pobreza energética no es un término aceptado por las personas que se encuentran en esta situación. .

Una de las causas principales de la pobreza energética es la mala calidad de las viviendas. En España el 60% del parque se construyó con anterioridad a la normativa de regulación térmica. Estos edificios pierden calor y necesitan más energía para mantener la temperatura. Otra de las causas es la baja eficiencia energética de los aparatos, bombillas, sistemas de climatización, etc., utilizados en estas casas. El consumo eléctrico es mayor, y con ello, el impacto ambiental de la generación energética, como las emisiones de dióxido de carbono (CO2) causantes del efecto invernadero.

Según declara la Fundación La casa que Ahorra «Estas viviendas encierran un magnífico potencial de ahorro si comenzáramos a reformarlas y a convertirlas en casas que ahorran». La Fundación destaca que gran parte del problema al hablar de eficiencia energética es que es un concepto que no se puede ver. Muchas veces no se conoce el aislamiento de las fachadas, cubiertas y ventanas y, por tanto, no se pueden percibir las pérdidas de energía que se sufren a través de las mismas. Hoy en día, se dispone de herramientas como las termografías, que permiten hacer visibles esas pérdidas invisibles. Así es fácil detectar casi a simple vista por dónde se escapa la energía y realizar una correcta rehabilitación energética de dichos edificios.

Así mismo el pasado 4 de enero se reivindicó en las redes sociales mediante el hashtag #etiquetaenergetica la necesidad de certificar energéticamente los edificios.  9 años después  de la entrada en vigor de la Directiva 2002/91/CE, relativa a la eficiencia energética de los edificios en nuestro país aún no se ha desarrollado un procedimiento para la certificación de eficiencia energética de los edificios existentes.

Qué podemos hacer los consumidores

Los consumidores pueden asumir diversas medidas para combatir la pobreza energética. En primer lugar, pueden prestar atención a sus facturas de energía y comprobar si se ha contratado una tarifa adecuada. En la actualidad, los consumidores con menos de 10kW de potencia contratada pueden escoger entre la Tarifa de Último Recurso (precio máximo fijado por el Gobierno) o ir al mercado libre a pactar las condiciones con una comercializadora.

La potencia contratada es otro elemento que los consumidores pueden elegir y reducir hasta lo necesario. A igual consumo, la factura será mayor cuanto mayor sea la potencia contratada. Para hacerse una idea, se puede analizar el conjunto de equipos que se quieren tener encendidos al mismo tiempo. Para un piso medio con cocina y calefacción de gas suele ser suficiente una potencia de 3,3kW o incluso menos.

La reducción del consumo energético es otra medida clara que se puede lograr con diversos consejos de ahorro.

Hoy se conmemora en las redes sociales el Día de la Pobreza Energética para poner de manifiesto este problema de desigualdad social en el acceso a la energía para una buena Calidad de Vida a traves del hashtag de twitter #pobrezaenergetica y #fuelpoverty.

Fuente: http://www.consumer.es y La casa que Ahorra