Afortunada o desafortunadamente la pobreza energética se ha situado en primera línea en los medios de comunicación y se ha convertido en un tema de actualidad.  Y no es casual que por un lado indique que afortunadamente esta cuestión  ha comenzado a ver la luz, porque se trata de una problemática que se ha encontrado oculta en España durante muchos años, en ocasiones bajo la pretensión de que únicamente los hogares en situación de pobreza o exclusión social padecían esta problemática. Como consecuencia de ello, también parece que comienza a causar cierta  inquietud en los diferentes agentes implicados en su resolución  y en la ciudadanía en general. Por  otro lado, no es menos cierto que al inicio del post he afirmado que desafortunadamente ahora se habla de pobreza energética, porque si no hubiera ningún hogar padeciendo esta situación y sus graves consecuencias (por ejemplo sobre la salud), desde luego que también se trataría de un motivo de celebración.

Desafortunadamente, ahora sí me permito usarlo en exclusiva, este fenómeno no existiría o sería mucho menos relevante si no se hubieran dado una serie de factores,  cuya dinámica desde el inicio de la crisis que atraviesa el país no ha hecho más que empeorar. Por todo ello, conviene conocer los  factores que originan este problema:

–          Por un lado, la menor disponibilidad económica de las familias. Desde el inicio de la crisis el aumento del número de personas desempleadas y la generalizada reducción de ingresos que se ha dado en muchos hogares españoles han provocado serios ajustes en las economías domésticas que han obligado a los hogares, entre otras opciones, a tomar ciertas decisiones de gasto, entre las que se encuentran prescindir de ciertos servicios energéticos (y por tanto reducir su confort y calidad de vida) o incluso incurrir en impagos o retrasos en el pago de los recibos.

–          Por otro lado, el constante incremento de los precios de la energía en los últimos años ha provocado que dichos hogares, para cubrir la misma demanda energética de siempre, tengan que hacer un esfuerzo económico mucho mayor. Sirvan de ejemplo los datos del Ministerio de industria, que indican que desde el año 2003 al 2011 el coste de la luz se incrementó un 63%.

–          En tercer lugar, no se puede olvidar el papel que juegan los edificios en los que habitamos. Conscientes de las deficiencias que caracterizan el parque de edificios español, en términos energéticos, el periodo de crisis económica tampoco ha ayudado a que los propietarios de viviendas o las comunidades de vecinos decidan emprender mejoras en sus edificios. Se trata, por lo general, de reformas costosas y en la actualidad no se han impulsado, todavía, mecanismos de financiación flexibles y adaptados a la realidad socioeconómica del país.

Por tanto, bajo la premisa de que la mayor parte de los edificios en los que habitamos siguen siendo igual de (in)eficientes que antes de que comenzaran los años de la crisis y ante la evidencia de la coyuntura socioeconómica actual y el notable incremento de los costes de la energía, nos encontramos ante un cocktail explosivo en términos de vulnerabilidad frente a la pobreza energética.  ¿Por qué? Muy sencillo; Si cualquiera de los tres factores fuese suficientemente positivo (ingresos del hogar muy elevados, precios de la energía muy bajos o edificios energéticamente muy eficientes) probablemente esta combinación no diera como resultado un incremento palpable de la vulnerabilidad de la sociedad española a la pobreza energética. Lamentablemente, la realidad es otra.

En el año 2012 la Asociación de Ciencias Ambientales (ACA) presentó un estudio pionero que analizó la problemática de la ‘Pobreza Energética en España’, cuantificando su incidencia bajo diferentes indicadores y evaluando las medidas existentes que pudieran tener incidencia en su resolución. La creciente repercusión de este problema social, motivó a la asociación para llevar a cabo un nuevo estudio que actualizase la información de 2012 y, entre otras cuestiones, realizase una nueva revisión de las medidas e iniciativas impulsadas para prevenir, paliar o mitigar este problema. El estudio vio la luz el pasado 27 de marzo en CaixaForum Madrid, bajo el título “Pobreza Energética en España. Análisis de tendencias”, con el objetivo de mostrar la evolución de estos indicadores desde el inicio de la crisis, partiendo de la última “foto”, los datos del año 2010.

Presentación del Estudio sobre Pobreza Energética 2014 en Caixa Forum

A la vista de los resultados del nuevo estudio se ha observado que, desafortunadamente, los dos indicadores principales (hogares con gastos desproporcionados en el pago de las facturas de la energía doméstica y hogares incapaces de mantener su vivienda a una temperatura adecuada en invierno), han evolucionado al alza también en los dos últimos años, observándose por ejemplo, que en tan sólo dos años el porcentaje de hogares que destina más de un 10% de sus ingresos al pago de las facturas de la energía se ha incrementado un 34%, pasando del 12% (en 2010) al 17%(en 2012). Por otro lado, afortunadamente entre el estudio anterior y el de 2014 se ha observado un cambio positivo, principalmente en lo que se refiere a las iniciativas impulsadas por diferentes grupos y partidos políticos, tanto en el Congreso de los Diputados como en los Parlamentos Autonómicos, y los diversos movimientos e iniciativas que han surgido desde la sociedad civil para reclamar soluciones al problema.

El nuevo informe insiste en proponer la mejora de la eficiencia energética de los edificios donde habitan los hogares más vulnerables como la mejor solución a largo plazo, medida que además reportaría enormes beneficios ambientales (reducción del consumo energético y de las emisiones de gases de efecto invernadero) y económicos (reactivación del sector de la edificación, empleo estable y de mayor cualificación, etc.) además de los sociales. Pero se entiende que la resolución de este problema no puede depender de una única medida, sino que es necesario combinar diferentes iniciativas, que además se articulen desde una estrategia estatal que incluya tanto iniciativas de carácter paliativo (bono social, treguas invernales, protocolos de corte de suministro, etc.), efectivas a corto plazo, con medidas de mayor recorrido temporal, capaces de proveer una solución definitiva (mejora de la eficiencia enérgética).

Humildemente me veo en la obligación de pensar que ambos estudios han tenido algo que ver en el protagonismo y salto a la primera página de este término en las agendas de diferentes administraciones públicas, centros de investigación, medios de comunicación y de otros muchos actores. Así mismo celebro que cada vez más iniciativas se sumen a la resolución de esta problemática, desde diferentes perspectivas, puesto que volviendo a marzo de 2012 debe reconocerse que, con excepciones como las aportaciones y estudios realizados por Ecoserveis,  la pobreza energética era un término sumamente ignorado. Finalmente indicar que a partir de ahora ACA pone rumbo a una línea de trabajo que, a lo largo de 2014-2015, abordará la generación de estrategias para la prevención, minimización y erradicación de la pobreza energética. Afortunadamente, este proyecto nace para que las instituciones, organismos o entidades preocupadas en su resolución puedan sumarse y ser partícipes.

www.pobrezaenergetica.info

Solicita el estudio:

http://www.cienciasambientales.org.es/index.php/otras-actividades.html