En la lucha contra el cambio climático, la propia naturaleza tiene sus armas para intentar que la temperatura media del planeta no siga aumentando. Los sumideros de carbono son depósitos naturales (océanos y bosques) y artificiales (ciertas tecnologías y productos químicos) que absorben y capturan el dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera reduciendo así su concentración en el aire.

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