La degradación del paisaje es uno de los problemas ambientales más complejos y urgentes de nuestro tiempo. La expansión urbana descontrolada, la intensificación agrícola, la explotación insostenible de los recursos naturales y el cambio climático están erosionando nuestros paisajes, con graves consecuencias para los ecosistemas y las comunidades que dependen de ellos. Sin embargo, ante esta crisis ambiental, emerge una alternativa viable: la gestión regenerativa del paisaje. Este enfoque trasciende la conservación y restauración tradicionales, no solo mitigando los daños, sino restaurando activamente los ecosistemas y promoviendo su sostenibilidad a largo plazo.
Degradación del paisaje: causas y consecuencias
La degradación del paisaje resulta de diversos factores que comprometen la capacidad de los ecosistemas para proporcionar servicios esenciales, como el suministro de agua, la fertilidad del suelo y la biodiversidad. Entre las principales causas destacan la urbanización desordenada, la agricultura intensiva y la explotación minera desmedida. Estos procesos, agravados por el cambio climático, conducen a la fragmentación de hábitats, la pérdida de biodiversidad y la alteración de los ciclos naturales.
Los impactos de esta degradación son multidimensionales. La destrucción de hábitats disminuye la biodiversidad y compromete la provisión de servicios ecosistémicos. La erosión del suelo, la deforestación y la contaminación reducen la productividad agrícola y aumentan la vulnerabilidad ante eventos climáticos extremos. Además, las comunidades que dependen de estos ecosistemas ven amenazados su sustento y bienestar, con la pérdida de identidad territorial y la erosión de su patrimonio cultural.
Gestión regenerativa: un enfoque holístico
La gestión regenerativa del paisaje representa un cambio de paradigma en la relación entre el ser humano y la naturaleza. En lugar de conservar los paisajes de manera estática o restaurarlos a un estado anterior, la regeneración busca revitalizar los ecosistemas, restaurar sus funciones y fortalecer su resiliencia ante futuras amenazas. Este enfoque se basa en una visión holística que integra dimensiones ecológicas, sociales, económicas y culturales.
Un principio clave de la gestión regenerativa es la participación activa de las comunidades locales. La toma de decisiones debe involucrar a quienes habitan y trabajan en los paisajes afectados, integrando sus conocimientos tradicionales y empoderándolos como co-gestores de su entorno. La gobernanza territorial y la implicación comunitaria son fundamentales para garantizar que las iniciativas respondan a necesidades locales y fomenten un desarrollo sostenible e inclusivo.

Fotografía de antes y después de los efectos del proyecto de restauración Just Diggit en Tanzania. Mediante la excavación, se ha restaurado el nivel del agua en el suelo para que vuelvan a crecer árboles y césped (Fuente: Naciones Unidas)
Las estrategias regenerativas incluyen la restauración de ecosistemas degradados, la agroecología, la infraestructura verde y la creación de corredores ecológicos. La restauración ecológica busca recuperar las funciones y estructuras del ecosistema, mientras que la agroecología promueve prácticas agrícolas sostenibles. La infraestructura verde, como parques urbanos y humedales restaurados, proporciona servicios ecosistémicos esenciales, y los corredores ecológicos facilitan la conectividad entre hábitats fragmentados, favoreciendo la biodiversidad.
Beneficios de la regeneración: más allá de lo ambiental
La regeneración del paisaje ofrece numerosos beneficios tanto para el medio ambiente como para las personas. Uno de los principales es la recuperación de la biodiversidad. Al restaurar hábitats y ecosistemas, se facilita la recolonización de especies que habían desaparecido o se habían desplazado. Además, mejora la prestación de servicios ecosistémicos clave, como la purificación del agua, la regulación climática y la protección contra desastres naturales.
En el ámbito socioeconómico, los proyectos regenerativos impulsan la creación de empleo en sectores como la reforestación, la restauración de hábitats y la gestión sostenible del agua. También mejoran la calidad de vida al reducir los riesgos asociados al cambio climático y fomentar la autosuficiencia alimentaria mediante prácticas agrícolas regenerativas. Asimismo, la regeneración del paisaje refuerza la resiliencia de las comunidades, facilitando su adaptación a desafíos ambientales.
A nivel cultural, la regeneración permite recuperar y revitalizar los saberes tradicionales sobre el manejo sostenible de los recursos naturales, fortaleciendo el tejido social y cultural de las comunidades.
Casos de éxito en la gestión regenerativa del paisaje
Existen numerosos ejemplos de proyectos exitosos de regeneración del paisaje en España:
Restauración del ecosistema dunar en Doñana (Andalucía)
Tras décadas de presión turística y alteración hidrológica, proyectos de reforestación con vegetación autóctona y gestión hídrica sostenible han revitalizado este emblemático parque nacional, protegiendo especies en peligro y reduciendo la erosión costera.
Regeneración de la comarca de Las Hurdes (Extremadura)
En una región afectada por el abandono rural, iniciativas de agroecología y restauración de cuencas hídricas han frenado la desertificación, mejorando la productividad agrícola y la calidad de vida local.
Restauración en la Sierra de Gredos
Tras incendios forestales, se ha promovido la regeneración natural y la reintroducción de especies autóctonas.
Proyecto de Agricultura Regenerativa en La Junquera (Murcia)
Tras décadas de prácticas agrícolas intensivas que habían agotado la fertilidad del suelo, este proyecto adoptó técnicas regenerativas como la rotación de cultivos, el pastoreo holístico y un uso eficiente y sostenible del agua. Los resultados han sido notables: la recuperación de la materia orgánica, el aumento de la biodiversidad microbiana y una mayor captura de carbono en el suelo. Estos avances han transformado la productividad agrícola y han generado un modelo replicable para otras zonas afectadas por la degradación, demostrando que la innovación en el campo puede ir de la mano con la sostenibilidad ambiental.
Corredor ecológico del río Manzanares en Madrid
La reconexión de márgenes fluviales y eliminación de barreras artificiales han transformado este río urbano en un corredor ecológico, favoreciendo la biodiversidad y ofreciendo espacios recreativos para la ciudadanía.
Infraestructura verde en Vitoria-Gasteiz (País Vasco)
Con su anillo verde periurbano, esta ciudad combate el calor urbano, mejora la calidad del aire y demuestra cómo integrar infraestructura natural en entornos metropolitanos.
Proyecto de restauración fluvial del río Segura (Región de Murcia)
La eliminación de barreras artificiales y la recuperación de meandros naturales han incrementado la biodiversidad y mitigado el riesgo de inundaciones, mejorando así la calidad del agua y promoviendo un uso más sostenible del recurso hídrico en la región.
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