Han pasado 10 años desde que se puso en marcha la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible. Un compromiso global al que se han unido 193 países del mundo. Antes de la misma, en el período 2000 – 2015, estuvieron vigentes los objetivos de desarrollo del milenio. En ese caso eran ocho. No tuvieron tanto impacto mediático; para bien y para mal. En la actualidad, para el período 2015 – 2030, se han identificado 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible. Si en los objetivos de desarrollo del milenio, en relación al medio ambiente, se aglutinaba todo en el objetivo 7 – “garantizar la sostenibilidad del medio ambiente” -, en este marco actual, la componente medioambiental se ha desglosado en “compartimentos”. Agua, energía, ciudades sostenibles, producción y consumo sostenible, acción por el clima, vida submarina y vida de ecosistemas terrestres. Alguno podría pensar que es demasiado sofisticado; sin embargo, hablar de “garantizar la sostenibilidad del medio ambiente” es absolutamente abstracto. Lo que es abstracto, no se puede aterrizar a la realidad.

En el marco de la Agenda 2030, los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible se estructuran, a su vez, en 169 metas. Cada meta lleva una serie de indicadores asociados. Así, como referencias, y para comprender a qué se está refiriendo cada meta, pueden revisarse los indicadores oficiales mundiales. En el caso de España, el INE ha recogido un apartado específico de indicadores ODS. En el caso de Extremadura – que es donde vivo – el Instituto de Estadística de Extremadura (IEEX) también ha recogido indicadores; esto se está viendo en otras comunidades autónomas. En mi zona, también, las diputaciones están trabajando en el desglose de indicadores. A su vez, la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) ha impulsado la Red de Municipios adheridos a la Agenda 2030. Ha desglosado igualmente indicadores del set mínimo – aquellos sobre los que cualquier municipio de cualquier tamaño puede recabar datos – e indicadores de set adicional – algo más sofisticados.

Imagen – Referencia a la red de entidades locales adheridas a la Agenda 2030 impulsada por FEMP. Fte.: https://redagenda2030.es/red-entidades/

En el caso de las empresas, muchos de estos indicadores ODS oficiales pueden ser aterrizados al contexto empresarial; además, se puede combinar este referencial con otros referenciales como GRI, Pacto Mundial de las Naciones Unidas, etc.

La contribución de las empresas a los Objetivos de Desarrollo Sostenible

Como ya se ha recogido en otras entradas de este blog, algunas empresas suelen caer – consciente y/o inconscientemente – en el “lavado verde de imagen” – “greenwashing” – o en el “lavado de impacto” – “impactwashing” -. Esto ocurre cuando las acciones que realizan son superficiales respecto a lo medioambiental o que no inciden en los principales impactos que está generando la empresa considerando sus entradas, salidas y procesos. Ya se ha incidido aquí que es importante, cuando se va a poner en marcha un plan de sostenibilidad, comenzar a trabajar “la casa por los cimientos”. Es decir, partir de la visión, misión, objetivos, valores, atributos. Revisar el contexto de sostenibilidad de la empresa, tener en cuenta a los grupos de interés, identificar las entradas, salidas y procesos que tienen lugar en la empresa, identificar asuntos relevantes y aspectos materiales. A partir de aquí, se pueden ir detectando cuáles son los ODS prioritarios y secundarios a los que la empresa debe (puede) contribuir. Una vez revisado todo lo anterior, se comienzan a identificar medidas a poner en marcha, que se alinean con determinados ODS y que contribuyen a metas ODS. Pero, ¿cómo saber con más certeza si con la medida X que pongo en marcha desde mi organización estoy contribuyendo realmente a los ODS? Una opción interesante es revisar en paralelo metas e indicadores. De este modo, podré saber si con la medida que pongo en marcha estoy verdaderamente alimentando ese indicador (o ese indicador aterrizado a mi contexto empresarial). Estamos quizá algo cansados de leer que cuando una empresa patrocina al equipo de fútbol de pueblo X está contribuyendo al objetivo de desarrollo sostenible Z. Importa la precisión en el lenguaje; precisamente, para no caer en esos lavados verdes y/o lavados de impacto. Sobre esto, por cierto, ya está aprobada la Directiva 2024/825 contra el Greenwashing.

El miércoles 4 de junio comenzamos una nueva edición del curso “Diseño de planes de acción ODS empresariales”. Si desea matricularse, puede hacerlo aquí.

 


Lo escribe: PAZ HERNÁNDEZ PACHECO