Olas de calor abrasivas, aumento de sequías o fenómenos meteorológicos severos cada vez más intensos y frecuentes… ¿Te gusta el nuevo clima?

Estos son solo un par de los numerosos efectos del cambio climático, y el IPCC, organismo encargado de evaluarlo, nos alerta de que sus impactos serán cada vez mayores y más violentos si no hacemos nada para remediarlo.

Suzanne Ouedra (campesina de la comunidad de Fanka) muestra, durante la distribución de semillas, cuáles son las hojas con las que se están alimentando este último año de sequía y falta de alimentos. La sequía y el aumento de los precios de los alimentos sitúa a las personas que habitan el Sahel Burkinabes en riesgo de inseguridad alimentaria. © Pablo Tosco / Oxfam Intermón

Uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y un obstáculo para combatir el hambre

Sí, la lucha contra el cambio climático forma parte de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible fijados por las Naciones Unidas para reformar el mundo en que vivimos.

Exactamente es el número 13, y tanto este como el resto de los que forman parte de la Agenda 2030 deben lograrse durante los próximos 15 años.

Partiendo de la realidad de que el cambio climático es perjudicial para todo el planeta y para los seres que lo habitan, y que sus efectos se agravarán en el futuro, 193 países aceptaban hace tan solo dos años la necesidad apremiante de tomar medidas para frenarlo. Se comprometían, por ejemplo, a impedir el incremento de la temperatura media del planeta por encima de los 2 grados.

Acuerdos como el de París son imprescindibles cuando vivimos en un mundo desigual, y cada día se evidencia aún más que el cambio climático agudiza este desequilibrio entre regiones desarrolladas y en desarrollo.

Precisamente, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura pone el foco en este punto y trabaja para concienciar sobre la enorme amenaza que supone el cambio climático a la hora de conseguir eliminar la pobreza, el hambre mundial y garantizar la seguridad alimentaria.

Al cambio climático no se le espera, ¡ya ha llegado!

Los países desarrollados parecían haber admitido al fin su responsabilidad como principales fuentes emisoras de gases con efecto invernadero.

Pero ha sido una breve ilusión. Una potencia mundial como EE. UU. decidía dejar el problema en manos del resto del planeta y abandonar recientemente el Acuerdo de París al considerar que este implicaba una gran pérdida de empleos y una redistribución de su riqueza hacia otras naciones.

Ante noticias de esta envergadura, cabe plantearse si realmente sirven para algo las responsabilidades contraídas por los líderes mundiales, o si las cumbres se realizan por cuestiones de marketing más que para buscar soluciones factibles.

Hay personas, familias y comunidades que no pueden perder el tiempo planteándose estas cuestiones. Ya están sufriendo los efectos de un cambio climático, que si bien nos afecta a todos y todas, no lo hace por igual. Y es que, los que menos tienen, son los más vulnerables ante él.

Lluvias violentas y rápidas, junto con sequías prolongadas. Un clima extremo. Este es el día a día de Burkina Faso.

El resultado: cultivos que se pierden debido a las inundaciones o cosechas que no maduran por la falta de agua, degradación de los terrenos y suelos menos aptos para las labores agrícolas, agricultores y agricultoras que pierden su medio de vida y familias que no disponen de suficientes alimentos para sustentarse hasta la llegada de la próxima recolección.

En Burkina Faso, un 80% de su población vive de la agricultura y la ganadería. Las familias trabajan pequeñas explotaciones, cuyos cultivos están destinados a cubrir las necesidades alimenticias de la unidad familiar.

Una gran mayoría de la población rural, el desarrollo de una agricultura prácticamente de subsistencia, la escasez de agua o un bajo índice de crecimiento convierten a Burkina Faso en una región muy indefensa ante las temperaturas cada vez más extremas.

Según los datos de 2016 del Índice Global del Hambre, este país se sitúa dentro de la lista de naciones afectadas de forma grave por el hambre: un 20,7 % de su población padece desnutrición, un 32,9 % de los niños y niñas menores de cinco años sufren retraso del crecimiento  y la tasa de mortalidad infantil en menores de cinco años es del 8,9 %. Además, Burkina Faso ocupa el puesto 185 según el Informe de Desarrollo Humano 2016, precediendo tan solo a Chad, Níger y República Centroafricana.

Maïmouna dando de beber agua a su hijo. El aumento de la intensidad de las precipitaciones facilita la aparición de períodos cálidos y secos más largos, con riesgos periódicos de sequías y de inundaciones. Alrededor del 10v% de la población sufre hambre crónica y casi el 50 % vive en la pobreza. © Pablo Tosco / Oxfam Intermón

Mientras los líderes políticos deciden ignorar el problema, otras entidades se enfrentan a él. Oxfam Intermón trabaja en Burkina Faso con proyectos de distribución de simientes más fuertes y con un ciclo de crecimiento rápido, e impulsa los Comités de Alerta Temprana para que los agricultores y agricultoras tengan acceso a información sobre el tiempo.

Pascaline en su plantación de sorgo junto a Yasmina Bona, del departamento de comunicación de Oxfam Intermón. © Pablo Tosco / Oxfam Intermón

El cambio climático es un desafío real y global. Pero… ¿está todo perdido? ¿Puedes hacer algo? Da respuesta a estas preguntas en la guía El Cambio Climático y conócelo a fondo.